POV de Kael
La distancia entre Hazel y yo se sentía como una herida física. Cada kilómetro que nos separaba hacía que mi lobo se inquietara, paseando dentro de nuestra conciencia compartida. El vínculo entre nosotros pulsaba como un nervio expuesto—crudo y vulnerable.
Me encontraba en el centro de la casa de Elara, observando cada detalle con ojos críticos. Algo no estaba bien.
El lugar estaba impecable. Demasiado impecable. Nada estaba fuera de lugar—ni un cojín, ni un libro, ni siquiera una mota de polvo. La cocina brillaba con electrodomésticos sin usar. Los muebles de la sala parecían dispuestos para una sesión fotográfica de revista en lugar de para vivir realmente.
—Nadie vive aquí —murmuré, pasando mi dedo por un estante. Ni una sola huella digital perturbaba la superficie perfecta.