Capítulo 76 - El Desdén de un Dios

El punto de vista de Serafina

Ni siquiera me molesté en moverme.

Los proyectiles de sangre se congelaron en el aire a solo centímetros de mi pecho, suspendidos como rubíes en ámbar. La ola de magia corrosiva ondulaba inofensivamente alrededor de mis botas, incapaz de tocarme. Ninguno de los ataques requirió mi atención consciente para neutralizarlo.

—¿Has terminado? —pregunté, inspeccionando mis uñas.

Los ojos de Isabeau se ensancharon, su rostro infantil contorsionándose con incredulidad.

—Eso no es posible. ¡Ni siquiera lanzaste un contrahechizo!

Suspiré.

—Los contrahechizos son para quienes los necesitan.

Con un desdeñoso movimiento de mi muñeca, envié sus propios proyectiles de sangre de vuelta hacia ella. Apenas logró disolverlos antes de que perforaran su cuerpo, con gotas de sudor formándose en su frente por el esfuerzo.

—Solías entender el poder —dije, dando otro paso casual hacia adelante—. Ahora crees que se trata de rituales de sangre y magia prestada.