El festín de la Fruta Espiritual comenzó oficialmente en medio de la anticipación de Mu Can.
Primero hubo un baile realizado por un grupo de gente árbol, un equipo de ellos arrancando ligeramente sus propias ramas, produciendo maravillosos sonidos musicales, que parecían emanar de las profundidades más recónditas de la naturaleza. Estos sonidos limpiaron el alma de Mu Can, haciéndole sentir como si su cuerpo se hubiera vuelto etéreo.
Cuando la música comenzó, la gente árbol bailó con gracia siguiendo los altibajos de las melodías. Su talento innato para el baile era asombroso; sus troncos aparentemente robustos eran tan flexibles como las ramas de sus cuerpos, doblándose e incluso dando volteretas con increíble agilidad.