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Los días siguientes pasaron como un borrón, mientras Leo se adaptaba rápidamente a su nueva rutina.
Ahora como miembro del Equipo del Circuito Rodova, estaba exento de asistir a clases regulares hasta que concluyera el torneo, dejándolo con nada más que implacables prácticas de combate durante el día, y horas de análisis de grabaciones con el equipo cada noche.
Como tanto él como Su Yang eran novatos en el mundo de los circuitos, tenían una abrumadora acumulación de metraje para revisar —grabaciones de combates anteriores, enfrentamientos amistosos, e innumerables encuentros recopilados durante el último año, mostrando las técnicas, hábitos y peculiaridades de cada oponente importante que podrían enfrentar en los próximos circuitos.
No se podía negar el valor que proporcionaban tales grabaciones, ya que había innumerables movimientos para catalogar, estilos de lucha para diseccionar y patrones técnicos para memorizar.