Una segunda advertencia

Después de terminar el libro, Leo no se movió durante un rato, mientras sus ojos permanecían fijos en la última página de las memorias.

La caligrafía del capitán aquí era notablemente diferente, ya no se veía limpia o compuesta, sino más bien errática y desigual, ya que cada trazo reflejaba el daño persistente en una mente que nunca se había recuperado por completo, incluso después de que hubieran pasado tres años.

Sin embargo, Leo no dejó que tales cosas insignificantes le afectaran, ya que su mente filtró más allá de la histeria, el horror y las advertencias dramáticas y buscó solo las cosas que importaban.

Lo más importante para él no era la locura, las muertes o la paranoia creciente descritas en las memorias, sino más bien el hecho de que el Capitán había regresado vivo y exitoso de su misión.