Después de salir de la tienda de las Panteras Naranjas, Leo reanudó su práctica con el [Códice de la Revelación Séptuple], continuando lo que se había convertido en un ritual diario de canalizar silenciosamente maná detrás de sus ojos y caminar por toda la Ciudad Colmillo Gemelo sin pausa.
Y sin embargo, como todos los días anteriores a este, no vio nada destacable.
No descubrió secretos ocultos del universo, no percibió auras arremolinadas de emoción, y no logró captar ni el más mínimo indicio de las revelaciones que el códice prometía exponer.
Su mente, templada por la [Indiferencia del Monarca], se mantenía firme como siempre, pero aun así, había un límite a cuánto podía fingir que esto no le estaba molestando.
Porque sin importar cuánto maná circulara o cuánto tiempo lo dejara asentarse detrás de sus nervios ópticos, sin importar cuántos rostros estudiara, pasos rastreara o interacciones presenciara, los resultados seguían siendo los mismos.
Al final, no veía nada.