(Mundo Real, Planeta Tithia, Sede del Culto Maligno, Oficina del Primer Anciano)
—Jaja.
El Primer Anciano dejó escapar una risa seca y sin humor mientras sus ojos recorrían el reciente informe desplegado ante él.
Casi no quería creerlo al principio.
Porque creerlo significaría aceptar que todo lo que había construido, todo por lo que había sangrado, no había servido para nada al final.
Significaría admitir que setenta y cinco años de servicio, sesenta años de planificación y toda una generación de esfuerzo se habían desmoronado más rápido de lo que podía contener.
Pero la negación no iba a cambiar la tinta grabada en la página.
Al igual que cerrar los ojos no haría que la verdad se desvaneciera.
Setenta y cinco años.