Zhang Hao presionó los pequeños montículos de carne de He Qianhui con la cabeza de su pene.
—Ah ah ah, para, para ya, ¡ese lugar está prohibido!
Su boca decía que no, pero los fluidos secretados desde abajo de He Qianhui habían aumentado aún más.
En un abrir y cerrar de ojos, ¡Zhang Hao encontró su pene, ahora completamente resbaladizo con sus jugos, goteando!
—Xiaohui, estás tan excitada, ni siquiera lo he metido, y ya has mojado tanto.
Al escuchar a Zhang Hao usar ese lenguaje para avergonzarla, He Qianhui sintió un placer indescriptible en su interior.
En el pasado, le disgustaban esas pequeñas películas pornográficas que mostraban a mujeres excitadas, encontrando degradante que las mujeres fueran tan baratas.
Pero después de ver muchas, inevitablemente sintió alguna influencia, transformando gradualmente esa incomodidad en disfrute, hasta el punto de obsesionarse.