Zhang Hao se quitó la camisa, revelando sus músculos bien definidos, y la mirada de He Qianhui se volvió gradualmente erótica mientras lo observaba.
El físico del joven era algo con lo que He Qianhui nunca se había atrevido a soñar antes.
Después de vivir tanto tiempo con Liu Gang, había olvidado cómo debería verse un hombre de verdad.
Sus piernas estaban casi en línea recta, y los labios cerrados se separaron ligeramente sin necesidad de ninguna fuerza externa.
La respiración de He Qianhui se volvió pesada; por alguna razón, cada vez que estaba con Zhang Hao, su corazón se desbordaba de emoción.
Simplemente no sabía si Zhang Hao sentía lo mismo.
—Cuñada, ni siquiera estoy duro todavía; no entrará cuando está blando.
He Qianhui miró a Zhang Hao y supo lo que estaba pensando. Salió gateando de la cama y se agachó en el borde.
Tan pronto como abrió la boca, Zhang Hao miró la sábana y chasqueó la lengua dos veces:
—Cuñada, parece que tendrás que lavar la ropa hoy.