Después del placer, He Qianhui aún recordaba su deber, limpiando diligentemente con su boca el miembro que gradualmente se ablandaba.
No había nadie más aparte de He Qianhui que pudiera hacer esto con tanta dedicación.
Viéndola lamer atentamente para limpiarlo, Zhang Hao acarició cariñosamente su cabello.
Sin importarle el último resto que quedaba en la punta, He Qianhui lo succionó en su boca y lo tragó con su saliva.
—Siempre quieres comerlo, pero esta cosa realmente no sabe bien, ¿sabes?
He Qianhui yacía en los brazos de Zhang Hao, jugando suavemente con su pequeño frijol y dibujando círculos en él.
—Está bien, me gusta y eso es lo que importa. La experiencia difiere según la entrada, al igual que el resultado.
Cada vez He Qianhui decía lo mismo, y Zhang Hao se quedaba sin opciones.
Mientras a ella le gustara, la dejaba ser.
Zhang Hao yacía en la cama, con las manos apoyadas detrás de la cabeza, disfrutando del momento de comodidad.