Zhang Hao bajó la mirada, posándola sobre su propia mano, que ya se había aventurado entre los muslos de Liang Xi.
Comenzó con un suave toque en la zona húmeda, luego encontró con precisión aquella entrada.
Liang Xi había dicho que no había tocado a un hombre en dos años, así que debería haber una estrechez similar a la de una joven.
Pero cuando Zhang Hao deslizó su dedo dentro, descubrió que ese no era el caso.
Sin embargo, no lo demostró, sabiendo que Liang Xi podía hacerse ideas con solo mirarlo.
Era totalmente posible que ella hubiera encontrado a otros hombres en esos dos años.
Liang Xi inclinó ligeramente su barbilla hacia arriba, con los ojos cerrados, saboreando la invasión de Zhang Hao.
Como mujer, en realidad disfrutaba bastante de tales infracciones por parte de un hombre, pero había un requisito importante: tenía que ser alguien que le gustara.