Capítulo 14: No te vayas una vez que llegues

En cuanto al hermano mayor, que siempre había sido venerado como una deidad, ahora estaba allí, inmóvil como si alguien hubiera inmovilizado sus puntos de acupuntura.

Lo que dejó atónito al Cuarto Hermano fue el hecho de que todos dentro del banco yacían en el suelo, sin atreverse a moverse, excepto un joven de aspecto bastante común, sentado casualmente con las piernas cruzadas y los ojos entrecerrados, mirándolo fijamente.

—Esto...

Al ver esto, el Cuarto Hermano quedó impactado. A medida que el sonido de las sirenas de la policía se acercaba afuera, se volvió tan frenético que no pudo preocuparse por sus camaradas y comenzó a correr hacia la salida.

—Eh, ya que has entrado, no hay necesidad de marcharse con tanta prisa, ¿verdad? —el Cuarto Hermano intentó huir en pánico, pero de repente escuchó una risa fría del joven detrás de él.

¡Whoosh!