Cuando llegó a esta parte, Zhang Qin ya estaba abrumada por el dolor. Las lágrimas brotaron de sus ojos como un collar de perlas roto.
Zhou Yun la miró, incapaz de soportarlo, y dirigió su mirada interrogante hacia Ling Zhenfei una vez más.
—Aquí, Hermana Qin, sécate las lágrimas!
Ling Zhenfei suspiró, le entregó un pañuelo a Zhang Qin y la consoló suavemente, diciendo:
—Hermana Qin, puedo prestarte este dinero, pero ¿has pensado en lo que sucederá después de pagar la deuda? ¿Vas a divorciarte de Zhao Shuang? Si te divorcias de él, ¿vas a asumir esta deuda tú sola? Si tienes que criar al niño, ¿no hará eso tu vida aún más difícil?
—Zhenfei, gracias por tu preocupación!
Al escuchar las palabras de Ling Zhenfei, Zhang Qin se sintió aún más afligida. Suspiró y dijo:
—Lo he pensado bien. Una vez que la deuda esté pagada, dejaré a Zhao Shuang y saldré a trabajar. Créeme, definitivamente te devolveré el dinero que me prestes, y también calcularé los intereses para ti.