En cada mesa de juego, los crupieres tendrían un diminuto auricular sensor, del tamaño de un grano de arroz, colocado en sus oídos.
Este tipo de auricular era tan pequeño, escondido en el oído, que nunca sería descubierto. Después de analizar la situación en la sala de monitoreo, dirigirían remotamente a los crupieres en cada mesa sobre cómo repartir las cartas.
Además de este método de hacer trampa mediante vigilancia, había un método de alta tecnología aún más perverso utilizado en los casinos: manipular los sabot de cartas.
Los sabot de cartas se utilizan para barajar y sostener las cartas. Antes de que se aplicara la tecnología en los casinos, los crupieres experimentados podían ver qué carta se estaba repartiendo basándose en el débil reflejo en el travesaño plateado trasero del sabot transparente.