Mark despertó a la mañana siguiente con la suave calidez del sol filtrándose por la ventana, iluminando la habitación con una tenue luz. Miró a Alice, que dormía plácidamente a su lado, con su cabello enredado sobre la almohada. Una oleada de profundo afecto lo invadió, un marcado contraste con las emociones calculadas de su pasado. No pudo resistir el impulso de abrazarla con fuerza. La había extrañado profundamente, a través de la inmensidad del tiempo y las realidades. El simple acto de abrazarla se sentía como un milagro.
La despertó con ternura, con los ojos llenos de ternura. Mientras ella parpadeaba somnolienta, la sentó en su regazo, su suave cuerpo se acomodó a la perfección. Se inclinó y le susurró al oído, con la voz cargada de emoción: «Mi Alice... eres la chica más hermosa de mi corazón». Las palabras, aunque sencillas, llevaban el peso de milenios, testimonio de la perdurabilidad de sus sentimientos.
A medida que el chip se integraba lentamente con sus vías neuronales, un instinto protector primario comenzó a agudizarse, extendiéndose no solo a Alice, sino también a su hermana. Abajo, durante el desayuno, las encontró a ambas charlando animadamente. Un impulso repentino, impulsado por los complejos cálculos de su mente ancestral y la cruda emoción de su presente, se apoderó de él. Se acercó, rodeándolas con un brazo por la cintura, acercándolas. Ambas se sonrojaron, sorprendidas y un poco nerviosas por la inesperada intimidad.
Respirando hondo, Mark confesó, con voz firme a pesar de lo inusual de sus palabras para esta ocasión: «Hay algo que necesito decirles a ambos. Sobre mi pasado... sobre por qué podría parecer diferente. Yo... no soy originario de esta época». Vio la confusión en sus ojos, la creciente incredulidad. Sus vastos años le habían enseñado que las reglas humanas, especialmente las de esta época, tenían poca influencia sobre las verdades fundamentales de la conexión y el afecto que sentía. No era una maniobra estratégica; era una expresión cruda de su corazón.
Tras una larga conversación, llena de explicaciones vacilantes y las sinceras garantías de Mark, la verdad sobre sus orígenes y las circunstancias de su familia se hizo más clara. Con palabras amables, Mark le reveló a su hermana que no tenían parentesco biológico, un hecho que, sorprendentemente, pareció aliviar algunas tensiones no expresadas que ella sentía. Los lazos que habían forjado trascendían la simple sangre.
En la intimidad de su mutua comprensión, las fronteras se difuminaron. El profundo afecto que Mark sentía por ambas chicas, ahora liberado de las restricciones convencionales, dio lugar a un momento de ternura compartida, una discreta exploración de sus sentimientos. Las besó a ambas, un gesto suave y cariñoso que selló un nuevo y poco convencional vínculo entre ellas.
Más tarde, en la intimidad de su habitación, Mark reveló la entrada a su búnker oculto. Con una mezcla de curiosidad y aprensión, Alice y su hermana lo siguieron hasta el espacio inesperadamente avanzado bajo su hogar. Les mostró la tecnología, el potencial, el futuro que imaginaba: un futuro donde la Tierra sería más segura y mejor.
Arrodillándose ante ellas, como si fueran las princesas de su corazón, Mark les tomó las manos. «Las amo a ambas más de lo que las palabras pueden expresar», susurró, con la voz llena de genuina emoción. «Y en el futuro, les prometo que haré todo lo posible para que este mundo sea un lugar mejor para nosotras, para todas».
En ese momento, como si respondiera a su sincero compromiso y a la alineación de sus deseos personales con un camino hacia un mayor poder, el chip en la base de su cráneo se encendió con una repentina oleada de energía. El tenue zumbido se intensificó, solidificándose en una presencia fría e inteligente en su mente. Un panel holográfico brilló ante sus ojos, mostrando intrincadas líneas de código, objetivos de misión, árboles de habilidades y una vasta base de datos. El **Comandante Supremo de la Fuerza** despertaba de su letargo, ya no encerrado, sino proporcionando activamente las herramientas y el conocimiento que Mark necesitaba para volverse más fuerte, más rápido y más capaz.
El chip ya no era una semilla latente sino un aliado completamente activado y poderoso, listo para guiarlo en su camino para proteger a quienes amaba y dar forma al futuro que ahora deseaba ferozmente
Este capítulo se centra en las conexiones emocionales de Mark y el catalizador de la activación completa del chip. ¿Qué aspectos de sus nuevas habilidades o de su relación con Alice y su hermana te gustaría explorar más a fondo?