Capítulo 1: Llegada a la tierra

Abigail se materializó en un callejón oscuro detrás de un edificio de departamentos en Seúl. Observó con interés los detalles de la ciudad, su energía vibrante y caótica. Al ver a un joven salir del edificio, se acercó a él con curiosidad.

—Disculpa, ¿dónde puedo encontrar un buen lugar para comer cerca de aquí? —preguntó en inglés con un acento extranjero.

Hyunjin la miró sorprendido. Su expresión se tornó defensiva, casi alarmada.

—¿Qué...? ¿Por qué me preguntas eso? ¿Me estás siguiendo o algo?

Abigail soltó una pequeña risa.

—Oh, no. Solo busco un lugar donde no me maten por error por comer algo que no debería. ¿Sabes de alguno?

Él se cruzó de brazos con desconfianza.

—¿No sabes quién soy? Soy Hyunjin, de Stray Kids. Deberías saberlo.

—Lo siento —respondió ella, encogiéndose de hombros—. No tengo idea de qué es Stray Kids. ¿Es un restaurante?

Hyunjin la miró, atónito.

—¿Eres extranjera?

Abigail sonrió con un aire misterioso.

—Digamos que sí. Vengo de muy lejos... pero también de muy cerca. ¿Y el restaurante?

Hyunjin sacó su celular.

—Mira, aquí hay uno cerca que se llama Myeongdong Kyoja —le mostró una imagen en su pantalla—. Está a unos minutos. Puedes buscarlo en Google Maps.

—Gracias. Creo que puedo encontrarlo —dijo Abigail, observando el teléfono con atención.

Hyunjin se despidió, pero la siguió mirando mientras se alejaba. Había algo en ella... algo imposible de ignorar.

Abigail caminó por las calles, guiándose por las indicaciones. Al llegar al restaurante, sonrió al ver el letrero.

—Este es el lugar que el humano me dijo —pensó.

Entró y se sentó en una mesa. Poco después, notó a un hombre de aspecto joven en una mesa cercana. Aunque parecía de unos treinta años, Abigail supo de inmediato que era su padre: Muerte.

Él se levantó al verla, sonriendo con ternura.

—Abigail, mi niña.

Ella se incorporó y lo abrazó.

—Papá, ¿qué haces aquí?

—Solo quería asegurarme de que estás bien. Me preocupo por ti... incluso desde el otro lado.

—Estoy bien. Solo explorando un poco.

—Me alegra verte feliz. Pero ten cuidado con los humanos, Abigail. Su vida es efímera, y eso los hace vivir con intensidad. A veces, también pueden herir sin intención.

Ella arqueó una ceja, divertida.

—¿Te refieres al amor y al sexo?

Muerte sonrió.

—Sí, algo así. El amor puede ser hermoso, pero también destructivo.

—Es solo una emoción más, papá. No me define. Yo soy quien soy, y nada va a cambiar eso.

—Hablas igual que tu padre Lucifer —dijo Muerte con orgullo—. Seguro de sí mismo. Firme en su esencia.

Conversaron largo rato sobre los humanos, sus costumbres y obsesiones.

—Papá, ¿qué son esos humanos que salen en pantallas y todos parecen idolatrar?

—Los famosos —respondió él—. Personas con influencia. Actores, músicos, políticos... ídolos culturales.

—¿Y por qué tanta atención?

—Porque los humanos necesitan validación. La fama es una forma de poder. Admiran a quienes proyectan éxito o belleza.

—No entiendo. En el Infierno, no tenemos eso. Simplemente somos.

—Los humanos son distintos. Más emocionales. Visuales.

Abigail reflexionó un momento.

—¿Y el humano que conocí... Hyunjin? ¿Él es famoso?

—Sí. Es miembro de Stray Kids, un grupo musical con miles de seguidores.

Ella se rió.

—No parece un dios. De hecho, fue un poco arrogante.

—Bueno, para muchas fans, él es un dios. Algunos famosos son... egocéntricos. Pero también tienen talento.

—Aun así, se sorprendió de que no lo conociera. ¡Como si fuera el centro del universo!

Muerte rió.

—Para muchos, lo es.

Abigail frunció el ceño.

—¿Crees que me miraron por ser... atractiva?

—Sí —afirmó Muerte—. La belleza importa mucho entre los humanos.

—En el Infierno importa el poder, no la cara bonita.

—Lo sé. Pero aquí la belleza abre puertas.

—¿Y tú? —preguntó Muerte—. ¿Ves la belleza en alguien?

—No que yo recuerde —respondió Abigail, pero por dentro pensó en Hyunjin. En su mirada... su sonrisa.

—Interesante —musitó Muerte—. Tal vez solo sea cuestión de tiempo.

Ella se encogió de hombros, cambiando de tema.

—¿Quieres probar alcohol? Es una bebida humana popular.

—¿Alcohol? ¿No te emborracharás?

—No, papá. Aunque esté en un cuerpo humano, sigo siendo yo.

Pidieron una bebida. Muerte la probó, arrugó la nariz y se rió.

—Fuerte, pero interesante.

Después de un rato, Abigail se levantó.

—Debo ir al lugar donde me hospedaré. Papá Lucifer dijo que es un edificio especial. Solo pueden entrar... personas especiales.

—Ah, ese lugar. Estarás segura allí.

—Lo sé. Gracias por venir a verme, papá.

Muerte la abrazó.

—Cuídate, Abigail. Y si necesitas algo, llámame.

—Lo haré.

Él la miró alejarse, con ternura.

—Adiós, mi flor de la muerte —susurró.

Abigail llegó al edificio. Era imponente, con una atmósfera poderosa. Entró al vestíbulo, donde varias personas la observaron con curiosidad. De pronto, una voz la recibió:

—Bienvenida al edificio, Abigail. Soy el administradorde este lugar.