J.Y. Park se sorprendió por la petición de Abigail, pero asintió y llamó a su asistente para que trajera a los miembros de Stray Kids.
Mientras esperaban, Abigail se acercó a la ventana, observando la ciudad con expresión pensativa. Podía sentir la energía de los cuatro chicos acercándose.
Cuando entraron en la oficina, sus expresiones lo decían todo: Changbin parecía nervioso, Lee Know curioso, Felix relajado y Seungmin serio.
—¿Qué pasa, jefe? —preguntó Changbin, mirando a J.Y. Park.
Abigail sonrió y dio un paso al frente.
—Quiero hablar con ustedes sobre algo importante. Algo que podría cambiarlo todo.
Los cuatro se miraron entre sí, desconcertados. ¿Qué quería Abigail de ellos? ¿Y qué relación tenía con su carrera artística?
Felix se recostó en una silla, una chispa de reconocimiento en sus ojos.
—Ah, Abigail. Hija de Lucifer y Muerte —dijo con voz serena—. Sabía que eventualmente vendrías.
—Sabíamos que alguien como tú llegaría —agregó Changbin con una sonrisa astuta—. Solo no sabíamos quién sería.
Abigail sostuvo sus miradas, con tono firme:
—Ahora que estoy aquí, quiero saber quién de ustedes es demonio… y quién es ángel.
Hubo un momento de silencio. Luego, uno a uno, dieron un paso adelante.
—Soy Changbin —dijo—, ángel de la luz y la creatividad. Inspiro a los demás y llevo claridad donde hay oscuridad.
—Lee Know, ángel de la protección y la seguridad —añadió el siguiente—. Me encargo de cuidar y mantener a salvo a quienes lo necesitan.
—Yo soy Felix —dijo con una sonrisa pícara—. Demonio de la tentación y la seducción. Me gusta tentar a las personas y jugar con sus deseos.
—Y yo, Seungmin —concluyó, con tono calculador—. Demonio de la manipulación y la estrategia. Me especializo en hacer que los demás hagan lo que necesito.
Abigail asintió, pensativa.
—Interesante... dos ángeles y dos demonios. ¿Y cómo funciona esa combinación dentro del grupo?
Los chicos intercambiaron miradas, hasta que Changbin habló:
—Como ángeles, nuestra misión es guiar a la humanidad. Pero sabemos que las personas son complejas.
—Y divertidas —interrumpió Felix, con una sonrisa traviesa—. Son débiles, sí, pero también fascinantes.
—Exacto —dijo Abigail—. Como hija de Lucifer y Muerte, tengo una perspectiva única. Estoy aquí para estudiar y comprender a la humanidad, y evitar que el equilibrio entre el bien y el mal se rompa.
Los cuatro la escuchaban con atención.
—El problema es más grave de lo que imaginan —continuó Abigail, su tono ahora serio—. Ángeles y demonios están perdiendo el control. Se están enfrentando entre ellos, incluso asesinándose. Dios y Lucifer están preocupados por la estabilidad del reino humano.
—¿Estás diciendo que la guerra celestial podría alcanzar este plano? —preguntó Changbin, alarmado.
—Sí —respondió ella—. Y si no hacemos algo pronto, ambos bandos podrían intervenir directamente, con consecuencias desastrosas.
—¿Y por qué deberíamos ayudar? —preguntó Felix, escéptico—. ¿Qué ganamos nosotros?
—Ganan la oportunidad de evitar una guerra que destruiría todo —respondió Abigail con firmeza—. Dios y Lucifer necesitan agentes dispuestos a cooperar. Necesitan a ustedes.
Seungmin cruzó los brazos, meditando.
—Entiendo… esto es más complejo de lo que parecía.
—Lo es —confirmó ella—. Pero si trabajan conmigo, creo que podemos lograrlo. Podemos estudiar a los humanos, aprender de ellos y proteger su mundo.
Aunque los ángeles no confiaban del todo en Abigail por su linaje, aceptaron cooperar.
—Bueno —dijo ella, cambiando el tono—, ahora que ya hablamos de cosas serias... ¿me muestran un poco del mundo humano? Nunca he tenido la oportunidad de vivirlo como ustedes.
Changbin rió.
—¿Qué quieres hacer? ¿Un parque de diversiones? ¿Comida rápida?
—¡Sí! Todo eso suena genial —respondió Abigail—. Quiero entender qué hace a los humanos tan… humanos.
—Podríamos llevarte a un concierto de K-pop —sugirió Felix.
—O a un café temático, esos que aman tanto —añadió Seungmin.
—¡Perfecto! ¡Vamos! —dijo Abigail, saliendo de la oficina de JYP con entusiasmo.
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Más tarde, ya en las instalaciones, Abigail observaba con interés el estudio de grabación.
—¿Qué te parece? —preguntó Han—. Este es uno de nuestros favoritos.
—Me encanta —dijo ella—. La tecnología es impresionante. ¿Cuántos proyectos han hecho aquí?
—Muchos —respondió Jisung—. Desde álbumes hasta colaboraciones para dramas y películas.
—Es fascinante. ¿Podría ver cómo trabajan?
—Claro —dijo Changbin—. Te mostraremos todo.
Abigail se mostró cada vez más interesada en el proceso, sorprendiendo a todos por su genuino entusiasmo.
—¿Te gustaría ver una sesión de grabación en vivo? —preguntó Felix.
—¡Sí, me encantaría! —respondió ella.
En ese momento, Hyunjin se acercó, mirándola con intensidad.
—¿Podemos hablar un momento? —preguntó, serio.
—Claro. ¿Qué sucede?
—Anoche, en el callejón, dijiste que no me conocías. Y ahora, de repente, eres inversora de la empresa… ¿qué está pasando?
Abigail sonrió.
—Honestamente, no sabía quién eras. Aunque, pensándolo bien, debí adivinarlo por el ego que irradiabas.
—¿Ah, sí? ¿Irradiaba ego? —replicó él, divertido.
—Eres el dueño del ego más grande de toda la empresa. Me alegra saber que mi inversión irá directo a tu colección de ropa de diseñador.
—Alguien tiene que mantener la imagen, ¿no crees? —bromeó Hyunjin.
—Seguro. Tu ego mantiene la empresa a flote —rió Abigail—. Pero en serio, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar ocupado siendo famoso y guapo?
—Alguien tiene que guiar a la nueva inversora —dijo él, arrogante—. Y soy perfecto para el trabajo.
—Oh, claro. Seguro tienes experiencia dando tours a mujeres inversoras —contestó ella con sarcasmo—. Adelante, muéstrame lo que tienes, pero advierto que soy exigente.
—No me rindo fácilmente —sonrió él—. Vamos a ver si logro impresionarte.
Mientras caminaban, Abigail observaba a los trabajadores.
—Me fascina ver cómo trabajan los humanos —comentó—. Tan enfocados, y a la vez, tan creativos.
—¿Los humanos? ¿Te refieres a nosotros como si no fueras humana?
—Sí, a los humanos. Son una especie interesante —respondió sin pestañear.
—Supongo que eres una especie de científica loca estudiándonos —bromeó él.
—Algo así. Pero no te preocupes, no pienso diseccionar a nadie... todavía.
Hyunjin soltó una carcajada, sin saber que hablaba en serio.
Al poco tiempo, los demás chicos aparecieron.
—¡Ey, Hyunjin! Tenemos que ensayar —llamó Changbin.
—Lo siento, Abigail. Me reclaman.
—¿Me abandonas después de todo este tour? —bromeó ella.
—¿Quieres venir con nosotros?
—¿Ensayar? Suena como un plan perfecto para arruinar mi día —se rió Abigail, siguiéndolos.
—Vamos a mostrarte lo que hacemos —dijo Lee Know.
—Estoy lista para ver su grandeza… o su desastre —contestó ella, divertida.
Durante el ensayo, Abigail no pudo evitar emocionarse.
—¡Demonios! —exclamó—. Es como si bailaran con el alma… o con sus vidas en juego.
—No estás tan lejos de la verdad —dijo Hyunjin.
—Nunca había visto algo así… venir de donde vengo, la música y el baile no son exactamente bienvenidos.
—Me alegra que lo estés experimentando ahora.
Tras el ensayo, Abigail se despidió de los chicos.
Con una sonrisa, salió del edificio y se dirigió a una zona oscura de la ciudad, conocida por ser punto de encuentro de seres sobrenaturales: un lugar donde demonios y ángeles intercambiaban información y sellaban pactos. Su misión apenas comenzaba.