CAPÍTULO 8: LA MARCA DE LA LUNA

—¿Hyunjin? ¿Qué pasa? —preguntó Abigail, preocupada, mientras él la miraba con resentimiento.

—¿Qué pasa? ¿En serio me preguntas qué pasa? —repitió Hyunjin, arrastrando las palabras con amargura—. Tú sabes perfectamente lo que pasa, Abigail. Tú y tu forma de tratarme como si no significara nada.

Taehyung soltó una carcajada.

—¡Oh, oh! Parece que alguien tiene el corazón roto.

Hyunjin lo fulminó con la mirada.

—Cállate, Taehyung. Esto no tiene nada que ver contigo.

—Hyunjin, no entiendo de qué hablas —se defendió Abigail—. ¿Qué se supone que hice?

Él rió, una risa seca, incrédula.

—¿Qué hiciste? ¡Tú! Me hiciste creer que había algo entre nosotros. Me diste esperanzas y después... nada. Me dejaste tirado como un juguete roto.

Lee Know y Changbin intercambiaron miradas incómodas.

—Bueno... parece que Hyunjin necesita un poco de espacio —comentó Lee Know, incómodo.

Felix y Seungmin rieron con nerviosismo.

—Sí, sí. Un poco de aire fresco —añadió Felix.

Hyunjin se puso de pie tambaleándose.

—Voy a buscar más bebida. Y no me sigan, porque voy a beber hasta que se me olvide tu nombre, Abigail.

Todos lo observaron alejarse, confundidos y ligeramente divertidos.

—¿Qué acaba de pasar? —murmuró Abigail, sacudiendo la cabeza—. No entiendo por qué se comporta así. ¿Alguien le lanzó un conjuro de amor o algo?

Taehyung rió.

—O eso, o es un caso clásico de “amor a primera vista mezclado con mucho alcohol”.

—Voy a buscarlo antes de que se transforme en un vampiro de la tristeza —dijo Lee Know, poniéndose de pie.

—Sí, porque no hay nada más deprimente que Hyunjin borracho cantando baladas tristes en un bar —añadió Seungmin entre risas.

—Vamos antes de que haga una escena y terminemos todos arrepintiéndonos —dijo Abigail, divertida y preocupada.

Los chicos salieron tras él.

—¡Hyunjin, espera! ¡No bebas más! —gritaban, mientras él seguía murmurando para sí:

—Abigail... me las vas a pagar... con bolero de fondo...

Cuando lo alcanzaron, vieron que no estaba en condiciones de regresar solo.

—Hyunjin, no podemos llevarte a casa así —dijo Lee Know—. Imagínate los titulares: “Hyunjin, el idol que se cayó de la tarima... de la sobriedad”.

—Tendrás que hacer una rueda de prensa —añadió Taehyung entre risas—. “Lo siento, estaba celebrando mi vida sin Abigail”.

—Mi imagen... mi carrera... ¿qué importa? —gruñó Hyunjin—. Abigail no me quiere. ¡Voy a ser un idol borracho y solitario!

Abigail se le acercó, con voz calmada.

—Hyunjin, no es eso. Solo queremos evitar que te vean así. Ven a mi departamento. Quédate hasta que estés sobrio. Y si te portas bien... te hago ramen.

Él la miró con recelo.

—¿Ramen? ¿Crees que eso puede curar un corazón roto?

—Es un comienzo —intervino Felix—. Y si no, llamamos a un especialista en corazones rotos... o a un camión de ramen.

Hyunjin suspiró, resignado.

—Está bien... pero no creas que voy a olvidar lo que pasó.

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Cuando llegaron al edificio, ayudaron a Hyunjin a subir.

—Aquí es —dijo Abigail, abriendo la puerta—. Quédate hasta que se te pase. Y si te portas bien, el ramen está garantizado.

—¡Buena suerte, Abigail! ¡La vas a necesitar! —gritó Taehyung desde la puerta—. Hyunjin borracho es como un huracán de drama con patas.

—Y si necesita ayuda, llama —dijo Lee Know—. Aunque creo que Hyunjin ya tiene bastante compañía... en forma de botellas de licor.

—Y si se pone romántico, solo dile que estás ocupada —agregó Felix—. O que estás en una misión secreta para salvar al mundo de los vampiros.

—O que estás buscando el sentido de la vida... sin él —añadió Seungmin.

Abigail se rió.

—Idiotas. Váyanse antes de que los convierta en ranas. O peor, en bailarines de K-pop compulsivos.

Los chicos se despidieron entre bromas, y Abigail ayudó a Hyunjin a sentarse en el sofá.

—Bueno, Hyunjin. Estás en buenas manos. ¿Agua? ¿Ramen? ¿Exorcismo?

Hyunjin, medio dormido, murmuró:

—Abigail... te amo... ramen...

Ella soltó una carcajada.

—Definitivamente necesitas dormir.

Lo llevó a la cama y luego se sirvió una copa de vino, sentándose cerca. De pronto, Hyunjin comenzó a murmurar dormido.

—Siempre te he esperado, Abigail... siempre supe que eras tú... la que me pertenece...

Ella sonrió con ternura.

—Qué romántico —murmuró.

Pero entonces, Hyunjin murmuró algo más:

—La marca... la marca en tu espalda... siempre la he visto... siempre supe que eras mía...

Abigail frunció el ceño.

—¿La marca? ¿Mi marca de nacimiento? ¿Cómo sabes eso?

Él murmuró algo más, ininteligible. Abigail se inclinó hacia él.

—¿Qué dijiste, Hyunjin?

Abrió los ojos ligeramente, con la mirada perdida.

—Te vi en un sueño... siempre supe que eras tú...

—¿Un sueño? ¿Qué sueño?

—La marca en tu espalda... la luna creciente...

Abigail se congeló.

—¿Cómo sabes eso? Nadie ha visto esa marca excepto yo...

Pero Hyunjin ya dormía otra vez. Ella se recostó en el sofá, pensativa, sin quitarle la vista de encima.

—¿Qué más sabes que no deberías saber, Hyunjin?