“En sus marcas, listos…” – Con el sonido del disparo, todos en la pista comenzamos a correr con todas nuestras fuerzas. Desde las gradas, el sonido de la multitud es ensordecedor, lleno de ovaciones y palabras de ánimos para sus favoritos mientras los espectadores siguen cada milímetro de nuestros cuerpos que se desplazan como saetas que cortan el aire.
En mi rostro puedo sentir el ímpetu del viento rozando, los rayos del sol reflejándose sobre mi piel sudorosa y en mi pecho el corazón late como el galope de un corcel sobre verdes prados en plena libertad.
Para un corredor aquella sensación es una delicia, es nuestra droga estimulante que viene acompañada de el eufórico sentimiento de logro cuando cruzamos la línea de meta.
- “¡Jinta-kun, tú puedes!” – Mi nombre es Tanaka Jinta, un joven de 18 años de edad que esta en su ultimo año de preparatoria y ha recibido una beca de atletismo para una de las más prestigiosas universidades en el país. La chica que grita mi nombre desde un costado de la pista sosteniendo una cámara apoyada sobre un tripie, es Matsumoto Hana, mi novia. Y a lado de ella, una chica regordeta con una expresión tímida sosteniendo un cartel con un mensaje alentador para mí.
Nos conocimos hace apenas unos tres años cuando estábamos buscando nuestros nombres en la lista de estudiantes admitidos en la escuela. Fue una cuestión del destino que chocara con su hermana menor Mariko, quien se había perdido y estaba buscando a Hana con demasiado nerviosismo.
Aquella chica rechoncha con gafas y su cabello recogido en trenza, estaba tumbada en el suelo debido a nuestro choque, sobándose la cadera con una ligera expresión de molestia.
- “Lo siento mucho, mi hermana suele ser muy torpe” – Haciendo una reverencia apresurada, Hana levanto su hermoso rostro haciendo contacto visual conmigo, provocando que mi corazón diera un pequeño salto al tiempo que estúpidamente comencé a tartamudear.
- “Pffff, eres lindo” – Cubriendo su boca con la mano mientras soltaba una ligera risa juguetona, el gesto de Hana provoco que mi rostro se pusiera ruborizado haciéndome dibujar una mueca de sonrisa nerviosa en los labios.
- “Disculpa, podrías dejar el coqueteo para después y ayudarme a levantar” – Cambiando rápidamente el foco de mi atención, extendí avergonzado mi mano alcanzando la carnosa mano de Mariko, quien tenia el ceño fruncido como si desaprobara mi comportamiento.
- “¿Tú también aprobaste?” – Acercándome el rostro sin preocuparse de la distancia, Hana tenia la expresión mas pura y tierna que podía haber visto en toda mi vida. Fue en ese momento que me di cuenta que me había enamorado a primera vista.
A partir de ese día, fuimos haciéndonos mas cercanos. Afortunadamente coincidimos en nuestro primer año en el mismo salón, facilitándome el poder estar cerca de ella y comenzar a platicar de tantas cosas triviales como nuestros sueños mas importantes. Por un lado, el sueño de la infancia de Hana era convertirse en una fotógrafa reconocida mundialmente y por mi parte, mi mayor deseo era volverme un representante olímpico de atletismo por parte de Japón.
Sueños demasiado grandes, ilusos tal vez para mucha gente, pero para nosotros; aquellas semillas plantadas en nuestros corazones, eran el impulso que le daba sentido a nuestras vidas. La madre de Hana era una mujer que enviudo y volvió a contraer nupcias con su jefe del trabajo, quien era un hombre con cinco años de haberse divorciado y tenia una hija producto de su anterior matrimonio.
Al entrar en aquel cambio de ritmo, Mariko, quien había sido una chica de carácter brillante, se volvió retraída y era reacia a aceptar a la madre de Hana como su nueva madre y en consecuencia, la relación entre las dos hermanas era demasiado tensa al punto que Hana no se sentía cómoda con ella.
Aun cuando Mariko intentaba hacer un esfuerzo por acercarse a Hana a pesar de no aceptar a su nueva madrastra, en el corazón de Hana había resentimiento contra ella por sentir que miraba en menos a su madre.
Con aquella relación tan complicada, hacia todo mi esfuerzo por escucharla y darle todo mi apoyo como amigo, saliendo con ella a varios sitios a tomar fotografías los fines de semana y acompañándome en mis practicas del club de atletismo.
Para el invierno de nuestro primer año, en un día nevado de noche buena, me arme de valor frente un árbol de navidad y deje brotar los sentimientos de los mas profundo de mi corazón, al tiempo que extendía mis manos con una pequeña caja de regalo. Por un breve momento un breve silencio precedió a mis palabras mientras yo me mantenía en posición de reverencia. En ese instante sentía que mi cuerpo temblaba y no tenia el valor suficiente para levantar la mirada para ver la expresión de su rostro.
- “Jinta-Kun ¿Cuánto tiempo vas hacerme esperar?” – Con un tono de voz meloso, Hana tomo mi rostro con sus manos frías sacándome del trance haciendo que nuestros ojos se encontraran y por fin pude ver aquella expresión cariñosa en su cara. Sus mejillas estaban enrojecidas y un par de coquetos hoyuelos se dibujaban en las comisuras de su sonrisa, al tiempo que se mordía ligeramente el labio coqueteándome a la par de que me jalaba de la bufanda para besarme en la mejilla.
Desde ese día, me jure a mi mismo que seria un hombre que estuviera a su altura y la haría feliz, que daría todo de mi para ayudarla a alcanzar su sueño de la infancia sin importar lo que costara. Trabajando a tiempo parcial en una tienda de conveniencia por las tardes y ayudando en las noches en la panadería de mi tío, fui ahorrando el dinero de mis salarios para financiar en un futuro su propio estudio fotográfico. Era un sacrificio extenuante compaginar mi tiempo de estudio, las prácticas y el trabajo, pero tan solo por ver la sonrisa en su rostro, hacia que todas aquellas dificultades valieran la pena.
Aun cuando pasábamos unas pocas horas los fines de semana juntos, ella no me recriminaba en nada ese hecho, sino que de manera afectuosa me daba ánimos sin saber la sorpresa que le tenia preparada para cuando nos graduáramos.
- “Woaaaah” – Los gritos en las gradas se hicieron mas fuertes para cuando llegábamos al ultimo tramo de los 400 metros, mis pantorrillas se sentían un poco tensas, pero no les di importancia. Por el contrario, use el ultimo impulso para que mi zancada fuera más alargada a fin de sacarle más ventaja al corredor que me perseguía en el segundo lugar. Solo quedaba un metro, tan solo unas milésimas de segundo para que batiera mi propio récord de tiempo en pista. Cuando de pronto, un dolor punzante en mi costado derecho del abdomen casi me hiciera caer en la pista.
- “Ni lo sueñes” – Apretando los dientes para contener el dolor, lance mi pecho contra el listón y cruce la meta derrotando a mis competidores. Deteniéndome de golpe a solo unos pasos para llevarme ambas manos al vientre y derrumbarme en el suelo gritando de dolor.
Pronto las voces de jubilo en las gradas cesaron por completo y los jueces de línea llamaron de inmediato a los encargados del comité de salud que estaban listos con una camilla en caso de algún accidentado.
- “Jinta-kun, Jinta, respóndeme” – Mi visión estaba borrosa debido a las lágrimas de dolor y mis oídos zumbaban haciéndome imposible reconocer correctamente la voz que gritaba mi nombre de manera preocupada.
- “¿Hana-chan?”
- “No hables Jinta, sostén tu respiración, los profesores van a llevarte a la enfermería. Yo estoy aquí contigo” – Después de que un camillero pusiera una toalla húmeda cubriendo mi frente y parte de mis ojos, sentí un ligero toque de una cálida mano familiar.
- “¿Mariko?” – Apenas pronuncie su nombre, mi conciencia se desvaneció por completo y quede sumido en medio de una completa oscuridad.
- “Mmmmm, que muchacho tan estoico. Me recuerdas mucho a un mocoso impertinente que conocí hace tiempo en el periodo Sengoku. Tenía un gran potencial y era tan atrevido que no pude evitar enamorarme de él. ¿Cuál era su nombre? ¿Nobunaga? Sinceramente ya no lo recuerdo bien, creo que mi memoria se ha estropeado con el paso de los años” – Una voz femenina muy madura y seductora me susurraba al oído mientras sentía el tacto de un par de manos frías recorriendo mis mejillas con intenciones impuras.
Todo estaba oscuro, no podía moverme siquiera un milímetro. Era como si estuviera atado por completo por un velo grueso que por momento me provocaba ansiedad.
- “¿Quién eres? ¿Dónde estoy?” – A pesar de que intentaba abrir mis labios, las palabras no salía; sin embargo, aquella voz misteriosa respondió a mis suplicas y acerco sus labios hasta mi oído.
- “¿Quién soy? Podría decir que contrario al principio, yo soy el final. ¿En donde estas? Técnicamente en todas partes y en ninguna. Y antes de que me preguntes, no, no estas muerto. Por lo menos, aun no. Sin embargo, tu tiempo de vida ya ha sido cortado y no dispones de mucho más que un año.”
- “¿Qué mi vida se va acabar en un año? ¡Eso es absurdo, son patrañas! Tengo una vida por delante, voy a ser seleccionado como representante olímpico para atletismo; voy a casarme y vivir feliz junto a Hina, ella será una gran fotógrafa y ella estará ahí con su cámara cuando obtenga la medalla de oro” – Ante mi actitud desafiante, aquella voz apenas pudo contener la risa y se echo a reír a carcajadas de una manera casi despiadada haciendo que mi mente se ahogara en un mar de desesperación.
- “Perdona por reírme, no era mi intención herir tus sentimientos, joven valiente. Es que en todos estos años que llevo vigilando a los humanos no hay diferencia cuando se enfrentan al hecho de que van a morir. ¿Medalla olímpica? ¿Una vida con tu primer amor? Lamento decirte que esos sueños son hermosos, pero no son mas que eso. Simples sueños que no podrán cumplirse. Lamento ser la portadora de malas noticias, pero alguien tiene que hacer ese trabajo sucio.” – El tono de voz de aquella misteriosa mujer se volvió melancólico cuando pronuncio aquellas palabras, al tiempo que el toque frio de sus manos se volvió cálido y reconfortante al pasar a la altura de mis ojos.
- “Si, no cabe duda. Me recuerdas mucho a él. Cuando tuve que cortar su vida y sostuve su cuerpo moribundo, no pude evitar abrazarlo y lamentarme que no cumpliera sus sueños en plenitud” – La sensación de unos labios tibios se deposito en mi frente en la forma de un gentil beso, mientras una mano acariciaba mi cabeza reposada sobre un firme regazo.
- “Nuestro breve tiempo de charla se acabó, este tipo de reuniones no son comunes así que siéntete agradecido, no a cualquiera suelo presentarme antes de que llegue su hora marcada”
- “Nunca respondiste quien eras” – Desafiando una ultima vez a aquella misteriosa voz, lance aquella pregunta y la respuesta hizo que mi espíritu se estremeciera al punto de una sensación fría y ominosa.
- “Soy un shinigami, mi nombre es Mu Roa y en un año volveré por ti, corazón” – Como si un viento intenso me empujara, la conciencia volvió a mi cuerpo haciendo que me levantara sudando y con la respiración agitada en la camilla de la enfermería de la escuela.
- “Tanaka-san, por favor mantén la calma y recuéstate. Ya hemos hablado a una ambulancia y vienen en camino” – La voz de la enfermera de la escuela me hizo volver a mis sentidos y como si fuera un robot siguiendo comandos, recosté mi cabeza sobre la almohada llevándome el brazo a la cara para cubrirme los ojos, mientras luchaba por mantener mi respiración controlada ante el súbito encuentro con aquella entidad y sus pesadas palabras que taladraban mi corazón.
- “Por ahora te he dado un calmante, pero es necesario que te vea un medico de inmediato. He llamado a tu madre, pero no logro contactarla.” – Tras la muerte de mi padre cuando yo tenía cinco años, mi madre comenzó a distanciarse poco a poco de mí. Ella era una ama de casa de tiempo completo, siempre atendió las necesidades de mi padre y mi educación de manera abnegada. Pero una noche que una fiebre me golpeo fuertemente, mi padre nos llevo a mi madre y a mi en el coche rumbo al hospital, pero un conductor ebrio se paso un alto y embistió el auto del lado del conductor.
No había nada que se pudiera hacer por mi padre, el murió casi de manera instantánea debido a la fuerza del impacto. Mi madre y yo fuimos atendidos de lesiones menores y a los pocos días salimos del hospital. Sin tiempo para guardar luto, mi madre con ayuda de mi tío hizo todos los tramites funerarios y despedimos a mi padre en casi completa soledad.
Tras quedar viuda y con un hijo pequeño, mi madre tuvo que trabajar de tiempo completo dejándome encargado con mi tío mientras ella se iba a trabajar a una fábrica de componentes electrónicos ubicada a dos prefecturas de distancia.
Ella nunca dejo de cubrir mis gastos y necesidades, pero de alguna forma, creo que ella guardaba resentimiento contra mí. Si mi padre no hubiera salido esa noche, probablemente seguiría con vida y seriamos una familia completa. Ese sentimiento de culpa que me corroía por dentro era el principal impulsor de mi deseo por ser un representante olímpico.
Tal vez si estuviera en un lugar donde nadie pudiera evitar verme, mi madre giraría su mirada una vez más hacia mí, le haría sentir orgullosa y le daría un significado trascendental al sacrificio de mi padre. Cada vez que corría, sentía que dejaba atrás mis remordimientos y con cada zancada que me acercaba a la línea de meta, mi esperanza crecía cada vez más.
- “Jinta-kun ¿Estas bien?” – Una voz con tono tembloroso se escuchaba del otro lado de la cortina, la luz que pasaba por la ventana reflejaba aquella silueta voluminosa que era imposible de no reconocer. Era Mariko, quien con un ligero gimoteo abrió la cortina y dejo verse con el rostro empapado de lágrimas.
Ella llevaba una blusa con un estampado de ositos caricaturescos de una serie de televisión para niños muy popular, su cabello recogido en un peinado con cola de caballo hacia que las facciones de su rostro se vieran mas redondas. Su rostro era igual de hermoso que el de Hana, pero el sobrepeso hacia que sus facciones no pudieran lucir en toda su plenitud. Ella solía ser muy delgada, tanto que su padre solía preocuparse de que pudiese estar enferma. Tras el divorcio de sus padres debido a una infidelidad por parte de su madre, ella sufrió un duro golpe psicológico que la hizo caer en una depresión que la orillo a comer de manera compulsiva.
Cuando me encontraba en mi segundo año en la preparatoria y llevaba unos pocos meses de estar saliendo con Hana, Mariko había entrado a su primer año en nuestra misma escuela. Pero a diferencia de Hana y de mí, su carácter retraído le hizo difícil conseguir relacionarse con otros alumnos y fue blanco de acoso debido a su condición.
Al principio todo comenzó con una lapicera extraviada o sus zapatillas de interiores escondidas en algún otro casillero. Pero poco a poco el acoso fue escalando debido a que ella no se defendía, pasando de llenar su casillero con envoltorios vacíos de comida chatarra hasta escribir mensajes hirientes en su pupitre.
Para el momento en que Hana se enteró y me conto de aquella situación, el enojo se apodero de mi y fui directamente al salón donde se encontraba Mariko, al llegar y abrir la puerta, vi a una indefensa chica llorando sentada en el suelo mientras un tipo bien parecido le dejaba caer encima el contenido de una bolsa de frituras mientras exclama “anda puerco, come”
Sin poder contener mi enojo me abalancé sobre de el y le di un puñetazo directo en el rostro mandándolo contra los escritorios detrás de él.
- “¡Déjala en paz, maldito bastardo!” – Lanzando un puñetazo tras otro, los otros alumnos tuvieron que contenerme para que no siguiera arremetiendo contra aquel chico. A los pocos minutos, el profesor del aula nos llevó a Mariko y a nosotros dos con el director.
Ese día estuve a punto de ser expulsado, mi corazón se sentía pesado ante la idea de que mi vida escolar terminara y mi sueño de ser un atleta de alto rendimiento se truncara. Pero al recordar todo lo que había sufrido Mariko a manos de ese imbécil y los otros perpetradores, pensé dentro de mi que era algo que debía hacer sin importar las consecuencias.
- “Jinta-kun no es violento. El solo me estaba defendiendo señor director” – Aquella chica que durante meses cayo su voz ante el acoso soportando todo lo que le hacían, abrió sus labios en un mar de lagrimas y comenzó a contar todas las atrocidades que ese infeliz y sus secuaces le hicieron.
La mirada severa del director que hasta hace unos pocos segundos se dirigía hacia mí, cambio en dirección al tipo a mi lado derecho que intentaba excusarse de todas sus barbaridades tras el pretexto de tratarse de bromas entre estudiantes.
Al escuchar los balbuceos de aquel cretino, el director no pudo contener su ira y golpeo el escritorio con el puño y comenzó a reprenderlo con firmeza. Haciendo que aquel chico se tragara todas sus palabras al tiempo que sonaba el teléfono de la oficina.
Tras recibir aquella llamada, el director exhalo con fuerza y agacho la cabeza golpeando ligeramente el escritorio con las yemas de los dedos. Posteriormente, con su mano derecha acaricio la calva de su cabeza y levanto de nueva cuenta su mirada severa en dirección a nosotros tres. Diciéndonos que se reuniría con nuestros tutores para discutir los términos de las acciones a aplicar.
Al salir por la puerta de la oficina, aquel imbécil choco su hombro contra el mío y me lanzo una mirada penetrante sin dirigirme una sola palabra, perdiéndose a la distancia por el pasillo hasta los baños del segundo piso.
- “Jinta-kun, gracias” – Desviando la mirada sujetando la manga de mi camisa, Mariko llevaba su mano izquierda contra su pecho con la expresión del rostro ligeramente ruborizada. En su cabello aun quedaba una fritura que se había enredado y sutilmente la quite llevándome aquel snack a la boca.
- “Que imbécil, ni siquiera tiene buen gusto por las botanas” – Al oírme hacer aquella broma, Mariko dejo escapar una ligera risa de alivio al tiempo que me volvía a agradecer por haberla salvado del acoso. A los pocos días, supe que aquel patán se había cambiado de escuela y los chicos que le siguieron la corriente en el acoso habían sido suspendidos por dos semanas.
Tras aquel incidente, mi relación con Mariko cambio de ser simples conocidos a buenos amigos. Ella solía frecuentar la panadería de mi tío por las noches y pasábamos algunos minutos platicando sobre series de televisión y manga. Gracias a eso, el carácter introvertido de Mariko fue mejorando y con un poco de esfuerzo consiguió hacer algunos cuantos amigos en la escuela.
- “¿Jinta-kun?” – Tomándome de la mano, Mariko me hizo abandonar mi breve viaje al pasado de los recuerdos y me trajo al presente. Sus anteojos estaban empañados por un ligero vapor debido a las lagrimas y sus labios seguían temblorosos. Sus manos que solían ser generalmente cálidas, estaban tan frías debido al ataque de ansiedad.
- “No te preocupes Mariko-chan, estoy bien. Solo fue un ligero dolor, no es algo de lo que tengas que espantarte”
- “¿Cómo puedes decir eso? Tu, Jinta tonto. Por mas que te gritaba no reaccionabas y tu cuerpo estaba tan frio como el hielo. Por un momento pensé que habías muerto y no sabía que hacer” – Al ver como se estremecía el cuerpo de Mariko, no pude evitar el reflejo de abrazarla para tranquilizarla.
- “Por favor no vuelvas a asustarme así”
- “Esta bien Mariko, todo esta bien. Si quieres, puedes acompañarme junto a Hana al hospital para que estes más tranquila” – Al mirar a mi alrededor en busca de mi novia, me di cuenta que no había nadie más en la enfermería salvo por nosotros dos.
- “Mariko ¿Hana fue con la enfermera a buscar la ambulancia?”
- “Lo siento Jinta, antes de que terminaras la carrera mi hermana recibió una llamada de la agencia y tuvo que irse de inmediato. Parece que una de las sesiones fotográficas se adelanto y tuvo que salir a toda prisa” – Al principio de nuestro tercer año de preparatoria, Hana había recibido una oferta de trabajo por parte de una agencia de modelaje local como asistente de camarógrafo.
Gracias a ganar un concurso de fotografía organizado por aquella agencia, le ofrecieron una oportunidad de trabajo debido a su talento y recibió un ofrecimiento de beca para una universidad de su elección. Debido a ello, tuvo que ajustar su horario entre la escuela y la agencia para poder compaginar sus deberes.
Como yo me encontraba en una situación similar, no vimos muchos cambios en el rumbo de nuestra relación, salvo en momentos como este. Yo era consciente del esfuerzo que ella ponía en alcanzar sus sueños, así que no me atrevía a decir algo que pudiera afectar nuestros sentimientos. Solo son etapas, me repetía a mi mismo.
- “Lo siento Jinta-kun”
- “No pasa nada Mariko-chan” – Ella agachaba la cabeza y la meneaba ligeramente como si estuviese negando algo.
- “Si, tienes razón Jinta. Mejor vamos al hospital” – Con una sonrisa un poco forzada, la expresión en el rostro de Mariko dejaba ver un atisbo de dolor que por un momento llegue a confundir con su preocupación por mi accidente en la pista.
Tras llegar al hospital, mi tío ya nos estaba esperando junto al medico de guardia y pronto los camilleros me llevaron a realizarme una tomografía de cráneo y abdomen. Después de una larga sesión en el equipo de resonancia, los camilleros me llevaron a una habitación y me recostaron sobre la cama para canalizarme.
- “Jinta, chico. Como te sientes” – Parado a un lado de mi cama, mi tío tenia una expresión de preocupación en el rostro que apenas podía disimular. Desde que era un niño pequeño el fue como un padre para mí, llevándome a la escuela y asistiendo a las reuniones de padres de familia, nunca llegue a sentirme solo ni una vez gracias a aquel hombre de semblante sereno y actitud amable.
- “Solo es un ligero dolor de estomago tío. Nada de lo que debas preocuparte” – Sonriéndole tranquilamente, tome la mano de mi tío sosteniéndole la mirada para poder tranquilizarlo. Aquello era demasiado cómico, se supone que era yo el que necesitaba sentir que alguien me diera confianza, pero era todo al revés. Pero estaba bien, si podía hacer aquel pequeño gesto por aquel hombre que siempre me cuido, era lo mínimo que podría hacer por él.
- “Señor Tanaka Makoto, por favor acompáñeme un momento” – Una enfermera se paro a la entrada del cuarto y llamo a mi tío para llevarlo hasta la oficina del medico de guardia. Dejándome a solas con Marika, quien se sentó a un lado mío sosteniendo su pequeño bolso hecho a mano.
- “Veo que aun tienes ese peculiar bolso”
- “No te burles de mi Jinta tonto. Este es mi mejor trabajo” – Cuando paso el acoso escolar, Marika se animo a entrar en el club de manualidades y comenzó a interesarse por la creación de accesorios y artículos hechos a mano. Aquel bolso estaba hecho de retazos de telas de edredón con un curioso gato bordado a mano en el centro. La primera vez que lo vi, le dije que era un bonito oso solo por molestarla y desde ese día se volvió su objeto más preciado.
- “Oye, Jinta-kun. ¿Cómo están los niños del orfanato?” – Como parte de mi trabajo en la panadería de mi tío, solemos ir a visitar un orfanato cercano a la tienda. Regularmente les llevamos los excedentes del pan que no se vendía en el día y en ocasiones especiales como en obon o la semana dorada, llevábamos la especialidad culinaria de mi tío, el pan relleno de curry de pollo. Los niños se ponían felices cada vez que íbamos y yo jugaba con ellos un rato.
En algunas ocasiones me acompañaba Mariko y en unas pocas debido a su agenda, Hana llevaba su cámara y les tomaba fotos a las niñas como si fueran modelos.
- “Esta semana pasada no he podido acompañar a mi tío al orfanato Mariko, así que no lo se muy bien. Pero el me dijo que los niños nos han extrañado a Hana, a ti y a mi”
- “¿Hana no fue esta semana?” – La expresión de sorpresa en el rostro de Mariko hizo que mi mente comenzara a experimentar una sensación de incomodidad cuando escuche que Hana no había ido. En los pocos momentos que podíamos hablar en la escuela, ella me había dicho que se la había pasado muy bien con las niñas esta semana. Si no tuvo tiempo para ir debido al trabajo ¿Por qué me diría una mentira?
Fue en ese momento que las insidiosas palabras de aquella mujer en mis sueños me hicieron dudar un breve instante de Hana. Pero rápidamente me arrepentí de solo pensar en la más mínima posibilidad de que mi novia me estuviera ocultando algo.
- “Tal vez tuvo mucho trabajo en la agencia y me dijo una mentira piadosa para no preocuparme. No es algo de que preocuparse Mariko”
- “Si, Jinta-kun. Olvida lo que te dije” – Apretando ligeramente su bolso contra su vientre, Mariko agacho la mirada.
- “Señorita, por favor nos podría permitir un momento a solas” – El medico que acompañaba a mi tío miro a Mariko como si recorriera su cuerpo de arriba hacia abajo con una expresión de desdén debido a su apariencia. A lo cual no pude ocultar mi molestia y carraspeé un poco lanzándole una mirada que hizo que cambiara un poco su actitud.
- Por favor doctor, ella es una buena amiga de la familia. Deje que se quede” – Mi tío al ver que el semblante de Mariko estaba cabizbajo, pidió al medico que le permitiera quedarse para escuchar el diagnostico.
- “Esta bien. Si es alguien cercano a la familia, es mejor que el muchacho tenga a tantas personas como pueda para sobrellevarlo” – Las palabras del medico me hicieron sentir temor por la seriedad con la que su timbre de voz resonaba en mis oídos. Los latidos de mi corazón que hasta hace un momento estaban tranquilos, se sentían como si estuviera corriendo en la pista de carreras mientras que mis ojos permanecían atentos al expediente que sostenía en sus manos hojeándolo.
- “De acuerdo a los resultados del estudio de imagen de tu abdomen, encontramos una masa no consistente con la morfología del tejido de tu hígado. Alrededor de ella se han formado cicatrizaciones consistentes con un cuadro cirrótico y hay un ligero cambio en el calibre de la vena porta. Hasta que te hagamos un estudio laparoscópico para recolectar parte del tejido para realizar una biopsia no puedo dar un diagnóstico concluyente, pero posiblemente tengas un hepatocarcinoma y por el tamaño del área de afectación, puede que estemos hablando de un grado dos.
- “Doctor ¿Qué quiere decir con eso?” – Mi tío que hasta hace poco mostraba un poco de entereza, al oír las palabras del médico parecía que fuera a derrumbarse. Mientras que yo agachaba la mirada recordando las crudas palabras que el shinigami me dijo en sueños.
- “Siento tener que decirlo, pero si las células cancerígenas se han filtrado al torrente sanguíneo, al joven puede que le quede solo un año de vida” – Cuando mi tío cayo sobre sus rodillas al pie de mi cama, cerré mis ojos para no ver su rostro cubierto en lágrimas.
- “¿Por qué? No es justo ¿Por qué?” – La voz de Mariko sonaba como un susurro en mis oídos mientras ella inclinaba su rostro contra las sabanas de mi cama, sujetando con tristeza mi mano apretando ligeramente como si quisiera aferrarse a alguien que esta por partir.
En el verano de mi tercer año de preparatoria, mis sueños se estaban esfumando frente a mis ojos. Fue ese verano, que supe que iba a morir.