—¡Mamá! —Ye Zao abrazó a Ye Shu.
Al ser abrazada por su hija, Ye Shu no pudo evitar llorar.
Poco después, llegó una ambulancia.
Cuando llegaron al hospital, Ye Shu fue llevada a urgencias.
Como el dedo amputado había sido tratado muy bien, el Doctor dijo que podría ser reimplantado.
Al escuchar esto, Ye Zao suspiró aliviada. Le dijo al doctor que mientras pudieran salvar el dedo, no importaba cuánto costara.
Cuando Ye Sen llegó, Ye Shu todavía estaba en la sala de urgencias.
—Zao Zao, ¿qué está pasando? ¿Por qué se ha roto el dedo de tu madre?
Los ojos de Ye Zao aún estaban ligeramente enrojecidos mientras relataba lo sucedido.
Al escuchar esto, todo el cuerpo de Ye Sen temblaba.
¡Las venas de su rostro se hincharon!
Era como si se hubiera convertido en una persona completamente diferente.
¡Era extremadamente irreconocible!
Se dio la vuelta y salió por la puerta. —¡Maldita sea! ¡Voy a matarlos ahora mismo!
Se dice que las hermanas mayores son como madres.