El inicio.

La brisa veraniega de mitad de año me refrescaba el rostro, en parte se podría decir que me hacía falta esa tranquilidad. Sobretodo con la inquietud de llegar a esta Academia, la Academia Especial Selestiall (A.E.S). La más prestigiosa de toda la nación.

Una academia alejada de cualquier vínculo con la sociedad actual, quizás no es lo más original ni tampoco lo más ético, pero según la estadística, aquellos que se gradúan tiene un 100% de efectividad laboral. Ya sea como magos, médicos, cazadores, investigadores, etc.

¿Por mi parte? Realmente es solo para probar, tuve la oportunidad de venir así que no la descarté. Me hubiese gustado que al llegar a la entrada pudiese pasar desapercibido de todos, pero pareció que eso era pedir demasiado.

No sé si es por mi cabello rojo, por mis ojos grisáceos, mis facciones, o un conjunto de todo. Pero sentí demasiadas miradas, tanto femeninas que admiraban, como masculinas que envidiaban.

No es algo que me incomode ni nada por el estilo, aunque honestamente quería evitar dar de qué hablar sobre mí tan temprano.

Cómo anteriormente se nos había informado que no tendríamos que llevar nuestro celular personal, tuve que acudir a mi carnet estudiantil para saber la clase en la que me encontraba.

Nombre: Kang Nibelung

Edad: 16 (Nacido un 9 de Mayo)

Sexo: Masculino

Mano preferente: Diestro

Clase Establecida Inicial: Clase E

Conque la Clase E, eh. No es que me disguste pero tampoco me agradaba comenzar en la peor clase de todas.

Aún así, obedecí las órdenes, y fui en dirección a la gran estructura con un tamaño apropiado que usaba alrededor de 8 cuadras. De las estructuras más grandes que se encontraban en el terreno, y por supuesto, la principal.

Gracias a los carteles que me encontré pude guiarme por mi cuenta y llegar a mi clase indicada, 1-E.

Percibí algunos ruidos altos, parecían ser conversaciones que estarían teniendo mis, ahora, compañeros de clase. Con eso abrí la puerta lo más silencioso y rápido posible para no captar la atención de aquellos que estaban absorbidos por su propio mundo junto con aquellos que conversaban.

Mi plan salió exitosamente, pude entrar sin causar extrañes o curiosidad. Para mi suerte encontré un lugar, junto a la pared blanca y la pared ventanal. Un asiento doble como eran todos, en este caso, vacío, así que esperaba que nadie más viniese a acompañarme.

Me senté en la parte más esquinada, mayormente alejados de todos. Tampoco quiero parecer un asocial o algo por el estilo, únicamente me gustaría que no me molesten. A veces la mente humana para sentirse reconfortante libera su descargo en alguien más y así mismo liberar toda su preocupación, estrés, felicidad, o cualquier otra emoción al respecto.

En mi caso me gusta más la paz que transmite el tener tiempo para mí.

Así fue como me quedé observando a mis compañeros de clases, los cuales para mí desgracia parecieron por fin percatarse de que había un chico extra, aunque tampoco se me habían acercado, siguieron conversando puesto que apenas eran las 7:35 y quedaban 25 minutos para el inicio del periodo de clases. Pude verlo gracias a un reloj que se encontraba encima de la pizarra. La verdad bastante útil en estos comienzos cuando no están ni con reloj, ni con un celular.

Observando a la clase, me comencé a dar cuenta de que había un mayor porcentaje de chicas que de chicos. Mirando las expresiones masculinas que se formaban en algunos grupitos, parecía ser que su imaginación les daba la libertad de pensar en varias posibilidades con esta ocurrencia.

Haciendo un recuento, me dí cuenta también de que nos encontrábamos apenas 39 estudiantes, es decir, todavía faltaba que llegara un estudiante más. Que como si alguien me hubiese estado leyendo los pensamientos, o una maldad del destino, se apareció el estudiante restante.

No pareciera que hubiese querido llamar la atención tampoco, al igual que las demás chicas se encontraba con su uniforme, chaqueta negra con detalles dorados, falda del mismo color, camisa blanca y corbata roja. Su cabello blanco amarillento me resultaba ligeramente familiar al igual que sus ojos claros, me recordaba a una superheroína americana que veía cuando tenía la oportunidad. Creo que tenía que ver con súper algo.

Sus ojos se quedaron clavados en el asiento restante y vacío que quedaba, el puesto 40, el puesto justo alado del mío.

Honestamente no tenía ganas de molestarme, era algo que había aceptado en el momento que me dí cuenta que mi asiento era el único vacío. Me hubiese gustado disfrutar más de este hábitat de soledad solo un poquito más.

En fin, la chica como dije antes, parecía querer evitar llamar la atención. Simplemente pasar y sentarse en el asiento restante, y así fue. Aunque no pude ignorar algunas miradas ligeramente coloradas y perversas de mis compañeros.

Me lamenté un poco por ella, no considero que alguna persona tenga algún tipo de satisfacción por ser sentida por miradas incómodas.

Se sentó junto a mí mientras ponía su bolso en el espacio que había debajo de nuestro escritorio al igual que yo había hecho anteriormente, la mirada y aura que emanaban se sentían tan tranquilos que hasta por un momento dudé si de verdad este era su primer día en esta academia.

Lo más discreto posible observaba estos detalles, me gusta fijarme en las pequeñas cosas, a veces eso a las personas les importa bastante. Aunque esta vez ella pareció darse cuenta, quizás eso más el hecho de que compartíamos mesa pareció generarle un impulso de adelantamiento.

"Hola".

Fue lo que salió de su boca, con una amistosa sonrisa mientras al unísono agitaba su mano derecha mirándome.

Por mi lado volteé mi rostro inexpresivo a su dirección, mi cabeza en ese momento estaba siendo apoyada por la palma de mi mano que usaba mi brazo para reposar.

"Hola".

Tratando de imitar el mismo tono amable con el que fuí llamado le contesté. Había hecho lo mejor que podía, realmente no me interesaba tanto entablar alguna especie de charla con ella.

Quizás salvado por la campana, o para echarle más sal al asunto... Uno de los chicos que se encontraba entre los primeros asientos más cercanos al frente de ponía de pié. Con ver su aspecto cualquiera podría leer el tipo de intenciones que tiene. Chico alto, delgado, rubio ojos azules, guapo, gran sonrisa y un aura que transmitía un exceso de paz y armonía.

"¡Hola a todos!"

Se escuchó de él. Parecía que quería comenzar a comandar a este curso y tenía que dar el primer paso para ello.

"Me gustaría que ahora como curso, dado que estaremos juntos los próximos tres años, podamos presentarnos apropiadamente entre todos el primer día".

Lo decía con tanta carisma que parecía que fuese algo natural de él. Cómo no me interesaba mucho el tema preferí pasar de largo, aunque era inevitable no escuchar.

"Mi nombre es Leon McTaylor, encantado de compartir con ustedes".

Esa fue su carta de presentación, su sonrisa vivaz parecía transmitir esa buena vibra con la que trataba de que los demás también se unieran a esta presentación grupal.

Por mi nulo interés mencionado, únicamente cerré mis ojos esperando que de algún modo, el tiempo jugase a mi favor y pudiera mínimamente pasar rápido y poder llegar al inicio de clases.

"No pareces muy animado".

Se fueron escuchando distintas voces con distintos nombres, Sakura Matsumoto, Reyi Kazuru, Maikel Chrisson, fueron algunos de los que me llegué a medio percatar. Pero más cerca de mí escuché la misma voz femenina que me saludaba hace un momento.

Tenía ese mismo tono amable, pero esta vez ese relajo pareció haberse esfumado, no como algo malo, sino más bien percatándose de algo.

"Los conoceré tarde o temprano, así que no me preocupo en atender a estos asuntos".

Traté de sonar lo menos frío posible, aunque la verdad seguía pareciendo el mismo chico asocial. Una ligera risita de escuchaba de la chica, lo que me hizo abrir ligeramente mi ojo derecho, el más cercano a ella, y observar su acción.

Todo esto sucedía mientras que al mismo tiempo más nombres y personas se presentaban, aunque al cambiar mi foco dejé de escuchar algún tipo información que me fuese vital.

"¿Y tú?"

De pronto la misma voz masculina y ligera de Leon se lanzaba como una bala hacia mí, entonces claramente me percaté y la recibí.

"¿Yo?"

Me señalé a mí mismo tratando de verificar si era correcta mi intuición. La cuál terminó siendo confirmada con un gesto de la cabeza de Leon asintiendo levemente con los ojos cerrados.

Así que siguiendo con "la tradición" que se había formado para presentarse en esa aula. Me puse de pié y con la misma inexpresable mirada, me presenté.

"Este... Bueno, mi nombre es Kang Nibelung. Tengo 16 años, no me interesan mucho los... Deportes... Me gusta más estar en mi habitación, y espero llevarme bien con todos ustedes".

Era lo más simple y completo que se pudo hacer para no tener que volver a repetirlo. Pareció convincente para todos que mantuvieron la misma sonrisa desde el inicio, así que con mi misión finalizada, regresé a tomar asiento en mi posición original.

Sin que nadie se lo pida, pero siguiendo la misma línea. Mi compañera de puesto se levantó, haciendo que la mayoría de la atención se pose en ella. Su mirada parecía de alguien con mucha determinación, pero con una conmovedora sonrisa que parecía una rara combinación.

Por lógica, comencé a escuchar y al mismo tiempo prestar atención a las palabras que comenzaría a decir. No negaba que me interesaba lo que diría.

"Mi nombre es Karah Ashlore".

Empezó dictaminando.

"Tengo 16 años y soy Tauro. Me gusta mucho el arte y modelaje. Paso mi tiempo tratando de ser mejor estudiante y espero poder serlo junto a todos ustedes. ¡Muchas gracias!"

Rápidamente se volvió a sentar, en esta ocasión a diferencia de mí o del resto, voces del curso comenzaron a llegar, animando a una cierta unidad. Tales como "sí que lo haremos" o "lo haremos juntos, Ashlore" sonaron en señal de apoyo a ella.

Una ligera sonrisa traviesa se me salió, quizás para agregarle algo de picardía al momento que habíamos perdido charlando, tampoco mi idea era ser desconsiderado con ella y olvidarlo todo.

"Conque Karah, huh."

Dije sin más, bastaba lo suficiente no solo para llamar su atención, sino que generarle cierta curiosidad a lo que trataba de referirme.

"¿A qué viene esa sonrisa?"

Me dijo con un tono que sonaba desafiante, que con el contexto dado, era lógico.

A pesar de eso, tenía un motivo más para poder sonreír irónicamente.

"¿Qué tanta verdad hubo en tus palabras?"

Los seres humanos estamos bastante arraigados a escuchar testimonios que nos gusten incluso si son falsos. Puesto que eso nos genera una satisfacción y en caso contraria de tener dos ideas, creencias o valores incongruentes entre sí, mayormente hacemos que pase desapercibido ocultándolo con mentiras.

"Lo de que estudio mucho no es broma".

Esa información me bastó para complacerme, incluso si eso también llegaba a ser falso. Puesto que por lo menos ya sabría que mi información solo se reafirmaba.

"Es un placer conocerte, Ashlore".

"El gusto es también mío, Nibelung".

Para empezar esta pequeña aventura con cortesía, no usamos nuestro nombre de pila. El símbolo de respeto máximo.

Nuestra conversación pareció terminar ahí, nuestros ojos se habían quedado observando a aquellos compañeros que continuaban presentándose al curso en el resto de los pocos minutos restantes.

Ya finalizadas estas presentaciones, como si hubiera sido un cálculo perfecto hecho por McTaylor, el timbre electrónico sonó, marcando así el inicio del período de clases.

El paso de unos tacones se sentían acercándose. Una figura sombría y femenina se acercaba con delicadeza, al detenerse se encontró con la puerta de nuestro salón. La cuál abrió con un toque sutil y elegante que parecía que lo hubiese ensayado por mucho tiempo.

La mujer siguió su camino hasta el frente de la sala, en una mesa oficinista junto con una silla de cuero.

El atuendo de la mujer consistía en un traje de gabardina tipo vestido de color azúl marino junto con una camisa blanca que hiciera juego con su claro cabello color gris amarrado con una cola de caballo y unos ojos oscuros que mostraban demasiada firmeza cómo para salirse del rango de confianza.

La mujer se aclaró la garganta, y puso unos papeles que trajo consigo encima de la mesa.

"Antes que nada, espero todos sean bienvenidos y hayan tenido un buen viaje hasta acá junto con despedirse de sus seres queridos por un tiempo".

Es comprensible que aborde un tema como este, parece que después de todo sí parecía tener un afecto acogedor como lo que parecía ser.

"Soy su maestra en todas las asignaturas y al igual, seré su profesora representante y los acompañaré durante estos tres años. Mi nombre es Tsugoki Naoshin".