Cuando Wendy abrió los ojos, vio a una enfermera sonriente parada frente a ella. "¡Estás despierta!" Wendy ya estaba familiarizada con el olor a desinfectante, así que sabía que se encontraba en el hospital. Recordó que había caído en un cálido abrazo antes de desmayarse. Se miró la muñeca izquierda y la movió ligeramente causándose un dolor insoportable. La enfermera la detuvo de inmediato y dijo: "No la muevas, la herida tiene seis puntos y tienes que cuidarla. ¿Por qué te lastimaste? El corte es muy profundo, pero por suerte no llegaste a la arteria”.
Wendy Lim se sintió avergonzada, la verdad era que no se había querido suicidar. Si lo hubiera querido hacer hubiera contratado un seguro y su abuela saldría beneficiada. Su único objetivo había sido detener a Charlie y solo lo pudo hacer fingiendo suicidarse. Ella no quería cortarse tan profundo, pero como no lo había hecho antes no sabía hacerlo. Wendy Lim miró alrededor y preguntó preocupada: "¿Cuánto cuesta la atención médica?"
"No tiene nada de qué preocuparse, el hombre que la trajo pagó todos los gastos médicos".
Wendy no estaba agradecida en lo absoluto, de hecho, él era responsable de pagarlo porque todo había sido su culpa. Mas bien, él debería estar agradecido con ella por no demandarlo por secuestro. Se puso alerta en cuanto recordó todo lo que había pasado. "¿Dónde está ese hombre?"
“Él solo te trajo y se fue", respondió la enfermera encogiéndose de hombros.
Wendy suspiró aliviada, pero no se sorprendió. En la mente de Wendy, Charlie era cruel y frío, tanto así que pudo quedarse quieto mientras ella se desangraba y recién cuando se desmayó llevarla al hospital para asegurarse que no muriera para no asumir ninguna responsabilidad.
"Todavía estás un poco anémica así que evita movimientos bruscos y no te preocupes por el costo que el hombre ya pagó para que te quedes tres días aquí. Solo preocúpate en descansar bien”, dijo la joven enfermera mientras la arropaba con la colcha con cuidado y agregó "No vuelvas a lastimarte que nadie lo vale…”
¿Acaso ella lo había hecho por alguien? Wendy se tensó y de repente se le ocurrió una idea. Detuvo a la enfermera y le preguntó: "Espera, ¿Dónde está mi cuchillo?"
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En un bar clandestino, Wendy jaló de su manga para ocultar la herida en su muñeca izquierda que seguía con los puntos. Había logrado salir del hospital luego de la infusión de sangre y le reembolsaron los tres días de tratamiento médico. Para su sorpresa, el hospital era realmente caro y le devolvieron 700 dólares.
Definitivamente no le iba a devolver a Charlie el dinero, porque a diferencia de los 3000 dólares de la primera vez, ella sí se merecía estos 700 dólares. Sin embargo, no logró recuperar el cuchillo que usó para cortarse, no estaban en sus pertenencias que le dieron al salir y cuando regresó al hotel tampoco lo encontró ahí. Wendy ya no sabía qué hacer, ese cuchillo era especial para ella, era una de sus cosas más importantes y lo había tenido durante muchos años. Era imposible que la policía guardara el registro de un cuchillo tan antiguo, pero pensar en la posibilidad la ponía más nerviosa.
"Wendy, por favor lleva un poco de vino a la habitación privada número 12"
"Está bien, lo llevaré ahora”, respondió mientras ponía un poco de vino en una bandeja.
Empujó la puerta de la habitación privada, dentro había muchos hombres y mujeres ricos bien vestidos, bebiendo y charlando, algo que ella veía todas las noches. Con el respeto y la humildad característico de una camarera, Wendy agachó la cabeza y se dirigió a la mesa para dejar el vino. Charlie estaba sentado en medio del sofá de una manera muy casual con las piernas dobladas, pero aun así todos podían sentir su presencia. Sus ojos eran misteriosos y profundos, tenía una sensación de nobleza a su alrededor y aunque esté en silencio, nadie podía ignorarlo.
El mundo era muy pequeño para que ellos se volvieran a encontrar en el mismo lugar. Wendy puso el vino en la mesa y se dispuso a irse, cuando sintió que alguien agarró su bandeja. Ella levantó la mirada y se encontró con un. "Espera, el vino aún no está abierto".
Simón la había reconocido a lo lejos y le pareció genial que se aparezca así porque ya no tendría que buscarla. Wendy Lim retiró la bandeja y trató de pedirle a su colega que se hiciera cargo de esta habitación privada. Sin embargo, sus ojos observaron un destello de luz plateada, lo siguió inconscientemente con la mirada y se detuvo. El hombre estaba sentado allí moviendo el cuchillo entre sus dedos.