Frente al espejo, la niña miró el vestido.
Tocó suavemente la tela con sus dos pequeñas manos, con tanto cuidado como si tuviera miedo de romperla.
Emerson nunca había sido tacaño con las mujeres que lo rodeaban. Les había dado cosas mucho más caras que la ropa. Aquellas mujeres le agradecerían de manera entusiasta y coqueta, y la codicia aparecía en sus ojos, y pedían más.
Todos tomaron lo que necesitaban. Era la verdad de dios.
Sin embargo, esta era la primera vez que veía a una mujer reaccionar con tanta sinceridad después de recibir su regalo.
Emerson preguntó con una sonrisa: "¿Te gusta?".
Bunny asintió con sinceridad, "¡Me gusta, me gusta tanto, tanto!"
Miró el vestido con amor y miró de un lado a otro frente al espejo, como los niños que reciben su primer juguete, con emoción y cariño.
No sabía si era porque estaba demasiado emocionada o no que sus ojos se pusieron un poco rojos.
Emerson la llevó al restaurante en un auto deportivo.