Las estrellas en el cielo nocturno brillaban.
Solo estaba Crystal en la gran villa. Se sentó a la mesa como un fantasma errante, con una caja de fideos instantáneos frente a ella.
Su mamá salió a cenar y aún no había regresado. La casa estaba en silencio, como si pudiera oír los latidos lentos de su corazón.
Permaneció sentada todo el tiempo.
Su mirada se centró en los granos de mármol sobre la mesa.
Crystal no pudo evitar pensar si Erik ya le había confesado su amor a Holly en ese momento y si Holly lo había aceptado y recibido la bendición de los amigos de Erik.
Ella respiró hondo con fuerza.
Se obligó a dejar de pensar en esas cosas. Cerró los ojos y abrió la caja que tenía delante.
El aire caliente se enroscó hacia arriba.
Después de estar en remojo durante demasiado tiempo, los fideos se habían ablandado.
Crystal bajó la cabeza para comer en silencio. Quería usar la comida para desviar su atención.