Vivianna iba en el auto mirando el paisaje a través de la ventanilla.
Ciertamente, la joven sabía que Jessamyn estaba tratando de alardear con su auto. Por eso, si el chofer de Augustine no la hubiese estado esperando, esa mujer habría saltado de felicidad. La joven se puso dichosa de sólo pensar que ¡su cliente debía estar muerta de rabia!
Vivianna se sintió reivindicada, ya que en el caso de una mujer tan vanidosa como Jessamyn, la única manera de humillarla era demostrándole que tenías más dinero que ella.
"Señorita Carlewood, nos dirigimos al castillo del Sr. Giltstone", le informó tranquilamente el conductor.
Vivianna miró la hora y se percató de que era casi las cinco de la tarde. "Está bien", le respondió ella, después de asentir con la cabeza.