Vivianna se puso roja al pensar que algo tenía que pasar entre ellos y que solo era cuestión de tiempo para que ocurriera.
"Ven aquí y dame mi beso de buenas noches", le ordenó Augustine. Ese acuerdo seguía estando en pie y debía llevarse a cabo cada noche.
La mujer ya casi se había olvidado de ese asunto, pero dado que no tenía opción, se puso de pie y se acercó. El problema era que debido a su altura, ella solo le llegaba al cuello cuando no usaba tacones.
Vivianna estuvo a punto de pedirle que se agachara, pero no le dio tiempo, pues fue él quien tomó la iniciativa. Augustine la tomó del rostro y comenzó a acercar el suyo al de ella.
La mujer cerró los ojos con nerviosismo y esperó. Sin embargo, no recibió nada.
Fue entonces que vio la forma en que la estaba mirando.
"¿Qué pasa? ¿Estás esperando a que yo te bese?", preguntó Augustine.
Vivianna se sintió avergonzada y le devolvió la pregunta: "¿Quieres besarme o no?".