En una lujosa oficina, Vincent estaba sentado en el sofá, fumando un puro y meditando algún asunto.
En ese momento, la puerta se abrió y miró hacia ella con enojo. Cuando vio entrar a su hijo, su apuesto rostro reflejaba una gran ansiedad. En cuanto él entró se dispuso a llamar la atención de Vincent, pero entonces se percató de que el semblante de su padre era sombrío.
"Papá, ¿qué te sucede?", le preguntó Chavez, sorprendido.
"Es la forma imprudente de hacer las cosas. Nunca serás tan bueno como Augustine", repuso Vincent, enojado.
El rostro de Chavez se alteró ligeramente. Se advertía en su mirada su renuencia a aceptar las palabras de su padre. "¿Tú también lo crees, papá? ¡Puedo ignorar lo que dicen los demás, pero no puedes apoyar la ambición de otras personas mientras haces que disminuya el prestigio de tu hijo!", protestó.