En una pradera llana, la nieve que había caído a lo largo de los dos días anteriores se había derretido parcialmente, revelando un parche de hierba amarilla marchita. En la pradera había un menudo y robusto semental, de color lechoso, el cual tenía una silla de montar. Sentado en ella, un chico reía con deleite mientras exclamaba: "¡Jia...Jia!"
Zeph avanzaba lentamente a lomos de su caballo, acompañado por un sirviente que caminaba a su lado. Este le lanzó una mirada, acompañada de una sonrisa, al joven amo que paseaba en el caballo, a quien protegía con gran celo.
¡El pequeño disfrutaba esta nueva experiencia! Ya había dado varias vueltas, pero todavía no quería bajarse del caballo. Entretanto, en el jardín, no muy lejos de allí, Vivianna, ataviada con una chaqueta larga, de color azul real, bebía un vaso de leche fresca y dulce. Al mirar a su hijo, que soltaba una risita a ratos, experimentaba una inusitada tranquilad y dulzura.