En medio de aquel tenue crepúsculo, el sol asomó su último rayo de luz, mientras se ocultaba gradualmente en dirección a la montaña del oeste, encendiendo con su luz la ciudad.
En ese momento, Vivianna salió de la empresa y la agradable sensación de la brisa vespertina provocó que su estado de ánimo fuera extremadamente maravilloso.
Bajo el intenso color de aquel atardecer, Vivianna miró en dirección a la carretera y luego bajó la cabeza para observar la hora en su reloj de pulsera. Ya eran las 5:30, ¿por qué no había venido todavía?
Cuando volvió a levantar la cabeza, vio una figura alta y esbelta en medio de la oscuridad que caminaba hacia ella con pasos firmes, por lo que abrió levemente los ojos y pensó: «¿Dónde está su auto?»
Enseguida, Vivianna bajó rápidamente las escaleras y caminó hacia el hombre.
Y aunque era simplemente un anochecer muy normal, el sentimiento en su corazón era completamente diferente.