"Señora Amy, ¿podemos hacer la visita ahora?", preguntó con una sonrisa.
Ésta tomó el café y se dirigió al frente con una expresión algo fría. En ese momento, el guía del museo estaba a su lado, explicándoselo en chino, y Margaret no escatimó esfuerzos para interpretar cada punto.
Cuando Amy estaba admirando el paisaje, no se lo ponía difícil, pero cada vez que la miraba a los ojos, parecía como si estuviera bajo la vigilancia de alguien.
Margaret ya se había dado cuenta de esa expresión. Sin embargo, no se lo tomó a pecho, ni le faltó confianza en sí misma. Al contrario, lo tradujo todo perfectamente. Esto hizo que Amy quisiera encontrar algún fallo en su trabajo, pero se dio cuenta de que el trabajo perfecto de esta chica la hacía incapaz de encontrar fallo alguno.