Margaret yacía bajo el umbral del portón. Sostenía el abrigo con la mano. "Yazlynn, gracias", le dijo a su compañera.
"No me agradezcas. Solo me apoyé en el prestigio de tu hermano", sonrió la joven.
"Bueno, ya debo irme. Llámame para vernos otro día", se despidió Margaret y fue hacia su auto para dirigirse al hotel donde se hospedaba Amy.
Hoy era su último día de estadía, así que ya había empacado sus cosas y estaba lista para partir al aeropuerto en la tarde.
Estaba sentada en el sofá, disfrutando del delicioso té de la tarde cuando escuchó el timbre. Frunció el ceño con sorpresa, se puso en pie y fue hacia la puerta.
A través de la mirilla, vio a la chica que la había atendido antes. Se sorprendió mucho. Sin embargo, no pudo ver con claridad que llevaba en su mano el abrigo que quería.
El primer pensamiento de Amy fue que solo iba a verla para consultarle por qué le había dado una calificación tan mala por su desempeño.