Vivianna le lanzó una mirada a aquel hombre sentado junto a la ventana. Farid era una persona muy destacada. Tanto su apariencia física como su temperamento le conferían el aire de nobleza y distinción propio de alguien perteneciente a la familia real.
"Hola, joven amo", lo saludó Vivianna, al tiempo que tomaba asiento frente a él.
Farid la miró con frialdad. Su mirada era profunda y encantadora. "Hola", replicó, devolviendo el saludo.
Lo que más ansiaba Vivianna en ese momento era oír su respuesta a una pregunta que rondaba su mente, de modo que planteó su inquietud sin rodeos: "Joven amo Xi, ¿qué opinión le merece mi diseño a su madre?"
"¿Está usted muy ocupada ahora, señorita Vivianna?", le preguntó Farid, al tiempo que entrecerraba los ojos y la miraba con expresión sonriente.
Vivianna lo miró a los ojos. Incapaz de mentir, sonrió y, sacudiendo la cabeza en ademán de negación, repuso: "En realidad no".