Después de eso, miró a todas las personas en la sala con frialdad. "Nadie puede decir una palabra sobre este asunto. Quien se atreva a hacerlo, sufrirá las consecuencias".
Su enunciado hizo que todos los presentes se sintieran aterrorizados. Conocían muy bien cómo se ponía el joven maestro cuando estaba de mal humor.
"Hoy regresaremos a casa", comentó una vez más Henry.
En la entrada del centro comercial, los guardaespaldas de Augustine habían solicitado a más de 20 personas que revisaran las cámaras de seguridad. El resultado fue, por supuesto, decepcionante.
Augustine encontró el celular de su prometida. Y, cuando buscó el bolso, supo que un hombre lo había encontrado. Este se sintió tan asustado ante el rostro enojado de Augustine, que no tuvo otra opción más que devolvérselo. Le contó que lo había encontrado hecho un desastre, tirado en el suelo, así que lo había recogido.
Más de un centenar de policías fueron enviados al centro para lidiar con los ataques explosivos.