En un salón comedido y lujosamente decorado, Farid estaba sentado con un documento en mano. Después de leerlo, lo colocó sobre el escritorio y lo firmó. Con suavidad, pellizcó el espacio entre sus cejas. Antes de que pudiera darse cuenta, ya eran las 11 de la noche.
Extendió la mano para prender su computador a su lado y le dio clic a las cámaras de vigilancia de Jenny. En un salón, la joven golpeaba un saco de boxeo como práctica. Usaba un chaleco negro apretado y shorts deportivos. Practicaba ese deporte. En ese video, se podía ver lo rápida que era y la gran fuerza que poseía en los puños.
Farid dejó escapar un suspiro de alivio. Parecía que le importaba mucho pasar la prueba para la guardia real. Sin embargo, él había ordenado a la agencia que no la aceptara, ya que en realidad no quería que se uniera a su grupo de guardias.
No era que no quisiera verla, sino que no deseaba que su vida volviera a correr peligro por su culpa.