"¡Bueno!", respondió Enrique.
"Todavía tengo trabajo que hacer, ¡ahora tengo muchas ocupaciones!" Alicia colgó el teléfono y no pudo evitar negar con la cabeza y reír. ¿Qué estaba haciendo ella en ese momento? ¿Acaso estaba coqueteando con Enrique?
Esa noche, Alicia ya no tenía fiebre y logró conciliar el sueño temprano. Pronto se recuperaría de su resfriado.
Temprano en la mañana.
Dos automóviles negros se detuvieron frente a la entrada del hospital. Una apuesta figura se apeó de uno de ellos. Augustine ayudó a descender a su hijo Zeph. Entretanto, Vivianna y la señora Xi se apearon juntas del otro automóvil.
Hoy era la primera vez que a Vivianna le inyectarían el medicamento. La señora Xi la acompañaba, y también su marido y su hijo.
El pequeño Zeph ya no tenía cuatro años, sino casi ocho. El contorno de sus cejas se hacía cada vez más anguloso; parecía un principito encantador.
Padre e hijo estaban juntos y su apariencia era verdaderamente magnífica.