"Bueno ..." Alicia parecía incapaz de aceptar su entusiasmo y emitió un sonido que recordaba a una flor de cerezo. Sin embargo, en realidad ella estaba feliz. Sus finos brazos aferraban el cuello de él, facilitando el beso.
Aquel beso fue realmente apasionado, tan ardiente como el fuego.
Ellos parecieron hacerse arder mutuamente, aumentando la temperatura de sus cuerpos jóvenes.
La temperatura aumentaba, el aire ascendía y el cuerpo de Alicia, afectado por la ebriedad, se agitaba. Ella soltó la mano de Enrique y tomó la iniciativa de quitarse la ropa.
Enrique se dio cuenta de ello. Justo cuando se disponía alejarse, Alicia extendió su mano y lo abrazó, de modo que él siguió besándola. Ella ya se había quitado el abrigo, dejándose solo un suéter ajustado.
El cuerpo de Enrique también estaba extremadamente tenso. Él era consciente de que debía limitarse a besarla; no sería conveniente que buscara un contacto más íntimo.