A sus ojos, Feng Yeming era tan alto, guapo y heroico.
Ye Yanxi no regresó a casa. Tomó la información que le dio el capitán Zhou y encontró un café tranquilo para consultar.
El hombre del expediente parecía un hombre de clase alta bien vestido. Tenía unos cuarenta y pocos años, llevaba gafas y exudaba un aura elegante y refinada.
Volvió a mirar y vio la foto de una jovencita. Era dulce y llena de moda, pero el resto de la foto la hizo sentir pesada. La miró con atención y su corazón se llenó de ira.
Tenía una especie de determinación de que debía hacer que el asesino pagara el precio, porque en este mundo, sólo el severo castigo de la ley podía ser la mejor forma de hacer cumplir la ley.
También creía que los malos acabarían pagándole el precio.