Xu Xiao'an no esperaba que un día tuviera el derecho de vender su obra a alguien. Sonrió y dijo: "Depende de ti. ¡Tú eres mi jefe!"
"¿Me extrañaste?" La voz de Yaheng de repente se volvió más ambigua.
Xu Xiaoxian recordó que no la había llamado por teléfono estos días. Le preguntó: "¿Has estado ocupada estos días?".
—Bueno, estoy muy ocupado. ¿Por qué no me llamas o me envías un mensaje? —le preguntó Yaheng.
Xu Xiaoxi estaba atónita. Estos días, había estado reprimiendo su anhelo y no se atrevía a molestarlo. Tenía que decirle la verdad. "No me atreví a molestarte".
"Toda tu información no me molesta. Si me extrañas, solo dímelo", dijo Yaheng en voz baja desde el otro lado.
Los pensamientos descontrolados de Xu Xiaoxian durante los últimos días desaparecieron de repente debido a esta frase. Una dulzura surgió en su corazón. Ella le dijo al otro lado: "Yaheng, tengo algo que decirte".
"¿Qué es?"
"Jian vino a la empresa a buscarme esta tarde".