Capítulo 1: No Estaba Muerto, Andaba de Parranda (en otro universo)

Un dolor punzante, agudo y concentrado en la parte posterior de mi cráneo fue mi despertador. No era la resaca familiar de tequila barato y malas decisiones, esa que te abraza como una tía que no has visto en años y aprieta demasiado fuerte. No. Este era un dolor nuevo, uno con intenciones. Era un dolor que decía: "O te levantas ahora mismo, o te quedas aquí para siempre".

Abrí los ojos. El techo no era el yeso agrietado de mi departamento en la Ciudad de México. Era de madera oscura, tosca, con vigas que parecían talladas a mano. El aire olía a pino, a tierra húmeda y a algo más... algo limpio y extrañamente energizante, como el olor justo después de una tormenta eléctrica.

Me senté de golpe, o al menos lo intenté. Un mareo violento me obligó a recostarme. Mi cuerpo se sentía... incorrecto. Era pequeño, frágil. Mis manos, al llevarlas a mi cabeza para sobar el golpe, eran delgadas, con callos en lugares extraños, y definitivamente no eran las manos de un ingeniero de software de veintiséis años que consideraba "trabajo manual" teclear más de cien palabras por minuto.

Fue entonces cuando los recuerdos me golpearon. No como una ola, sino como dos trenes de carga chocando de frente en mi cerebro.

En un tren, mi vida. Me llamo Alejandro "Alex" Gutierrez. Nací en Monterrey, pero vivía en la CDMX. Amaba los tacos de suadero con todo y copia, el futbol los domingos, las cumbias rebajadas y programar hasta la madrugada. Mi último recuerdo era... borroso. Una noche de viernes, un bar, demasiados mezcales, y luego... ¿luces de un coche? Sí, creo que sí. El sonido de un claxon, un grito que pudo ser el mío y luego... la nada. Oscuridad total.

El otro tren, el que me causó el dolor de cabeza, era de otra persona. Un chico de doce años llamado... ¿Xuan Li? No, el nombre se sentía ajeno. Su nombre era... Li Xuan. Sí, así era. Un huérfano que había logrado pasar las pruebas para unirse a la prestigiosa Secta de la Espada Celestial. Un discípulo del patio exterior. Su vida era una mezcla de trabajo agotador, hambre constante y el anhelo desesperado de convertirse en un Inmortal, una de esas figuras legendarias que podían volar por los cielos y vivir mil años.

Su último recuerdo era... ah. Aquí estaba la causa de mi dolor de cabeza. Un grupo de discípulos mayores, liderados por un tal Zhang Wei, lo habían "tomado prestado" para "entrenar". El entrenamiento consistió en usarlo como saco de boxeo para probar una nueva técnica de palma. El golpe final, en la nuca, fue el que lo mandó a la oscuridad.

«No mames...», pensé, y la frase sonó extraña en mi mente, una isla de español en un océano de mandarín que, milagrosamente, entendía a la perfección.

Los dos trenes de recuerdos no se mezclaron, sino que se asentaron uno al lado del otro. Yo era Alex Gutierrez en el cuerpo de Li Xuan. Había muerto. Y había reencarnado. No en el cielo, no en el infierno, sino en una especie de China antigua de fantasía donde la gente se la pasaba entrenando para ser como Goku.

«Xianxia...» La palabra surgió de los recuerdos de Li Xuan. El cultivo, el Qi, los meridianos, el Dantian. Conceptos que para Alex eran sacados de un anime, pero que para Li Xuan eran tan reales como el hambre que ahora sentía retorcer mis... sus... entrañas.

Me levanté, esta vez con más cuidado, y me miré en el reflejo de un balde de agua en la esquina de la humilde choza de madera. El rostro que me devolvió la mirada era el de un niño pálido y desnutrido, con ojos oscuros demasiado grandes para su cara, llenos de una mezcla de miedo y resignación. Pero ahora, un nuevo brillo se arremolinaba en ellos: el de la pura y absoluta incredulidad.

—Bueno, pues... chale —dije en voz alta. La voz era infantil, aguda, pero las palabras eran puro Alex—. Al menos no pago renta.

Un destello azul, casi imperceptible, brilló frente a mis ojos. Una pantalla translúcida, como la de un videojuego, apareció en mi campo de visión.

[Sistema del Vínculo Kármico activado]

[Anfitrión detectado: Alejandro "Alex" Gutierrez]

[Estado: Alma fusionada con el cuerpo de Li Xuan]

[Bienvenido, Anfitrión. Que su camino esté lleno de drama y emociones intensas.]

Parpadeé. Luego me froté los ojos. La pantalla seguía ahí.

«Okay, Alex, tranquilo. Primero reencarnas en un mundo de kung-fu mágico y ahora tienes un virus en los ojos. Es lógico».

[Anfitrión, no soy un virus. Soy su "Dedo Dorado", su ventaja como reencarnado.]

—¿Dedo Dorado? —murmuré—. ¿No podías ser algo más... varonil? ¿"Brazo de Acero"? ¿"Pierna Biónica"? ¿Algo?

[El término "Dedo Dorado" es una convención literaria. Supérelo.]

[Función Principal: El Sistema convierte las emociones dirigidas hacia el Anfitrión en Puntos Kármicos (PK).]

[Cualquier emoción, positiva o negativa, generará puntos. La cantidad depende de la intensidad de la emoción y del poder del individuo que la emite.]

[Puntos Kármicos Actuales: 0]

Una idea, una semilla de locura y genialidad mexicana, comenzó a brotar en mi mente. —¿Cualquier emoción?

[Sí. Ira, odio, envidia, admiración, asombro, gratitud, miedo, lástima, desprecio, lujuria... todas son fuentes válidas de energía kármica.]

[Tienda del Sistema y Gacha Kármico ahora disponibles.]

Dos nuevas pestañas aparecieron en la interfaz. Con un pensamiento, abrí la "Tienda". Era... gloriosa. Una lista interminable de categorías: [Talentos], [Técnicas], [Píldoras], [Armas], [Conocimientos], [Habilidades Mundanas].

Entré en [Talentos].

* [Afinidad con la Espada (Nivel Básico)] - Costo: 10,000 PK

* [Cuerpo Espiritual del Elemento Viento (Grado Bajo)] - Costo: 50,000 PK

* [Velocidad de Cultivo +20%] - Costo: 100,000 PK

Los precios eran para llorar. Salí de ahí y entré en [Píldoras].

* [Píldora de Reunión de Espíritu (Baja Calidad)] - Acelera la absorción de Qi por una hora. Costo: 100 PK

* [Píldora de Recuperación de Heridas (Baja Calidad)] - Cura heridas menores. Costo: 150 PK

Esto era más asequible, pero seguía teniendo cero puntos. Mi estómago rugió, recordándome la dura realidad. Li Xuan no había comido en dos días. Los discípulos mayores le habían robado su ración de arroz.

La vida de un discípulo externo era basura. Un eufemismo, en realidad. Era el fondo del barril. El cochambre. Li Xuan era uno de los miles de niños que vivían en estas chozas en la ladera de la montaña de la Secta de la Espada Celestial. Su trabajo era limpiar las letrinas de los discípulos internos. A cambio, recibía una choza que apenas lo protegía de la lluvia, un tazón de arroz aguado al día (si no se lo robaban) y una lección grupal a la semana sobre los fundamentos más básicos del cultivo.

El cuerpo de Li Xuan estaba en el primer nivel de Condensación de Qi, y apenas. Su talento era mediocre, sus recursos nulos y su futuro, negro. Estaba destinado a pasar su vida limpiando mierda ajena hasta que envejeciera y lo echaran de la secta, o hasta que algún discípulo aburrido lo matara "por accidente".

Pero yo no era Li Xuan. Yo era Alex Gutierrez. Y si algo aprendes en México, es a buscarle el modo a las cosas. Somos expertos en el "ahorita vemos cómo le hacemos". El ingenio es nuestra arma secreta.

Y ahora, tenía un sistema. Un sistema que se alimentaba de emociones.

«¿Cómo consigo puntos rápido?» pensé.

La respuesta obvia era buscar a Zhang Wei y su pandilla. Una buena pelea me daría puntos de su ira, y tal vez de la lástima de algún espectador. Pero eran tres, y todos estaban en el segundo o tercer nivel de Condensación de Qi. Yo, en este cuerpo escuálido, no duraría ni un round.

Necesitaba algo más grande. Algo... masivo.

Una sonrisa, la primera sonrisa genuina desde que había despertado, se dibujó en mi rostro infantil. Era una sonrisa que no encajaba en esa cara, una sonrisa llena de astucia y un toque de locura. La sonrisa de alguien que está a punto de poner el mundo de cabeza.

Recordé la estrategia que se me ocurrió al principio. Alto riesgo, altísima recompensa.

Salí de la choza. El sol de la mañana bañaba un vasto valle montañoso. Cientos, quizás miles, de chozas como la mía se extendían por la ladera. A lo lejos, en la cima de la montaña, se veían pabellones elegantes con techos curvos y pagodas que se perdían entre las nubes. Ese era el patio interior, el paraíso inalcanzable.

Mi objetivo estaba más cerca. En el centro de esta enorme barriada de discípulos externos había una gran plaza de entrenamiento. A esta hora, justo después de las tareas matutinas, estaría llena de discípulos practicando, presumiendo o simplemente matando el tiempo.

Caminé con un propósito que el cuerpo de Li Xuan nunca había conocido. Otros discípulos, vestidos con las mismas túnicas grises y sencillas que yo, me miraban pasar. Algunos con indiferencia, otros con desdén. Los recuerdos de Li Xuan me decían que era el blanco favorito de muchos por su naturaleza tímida y débil.

[Desprecio del Discípulo Anónimo +1 PK]

[Indiferencia del Discípulo Anónimo +0 PK]

[Lástima de la Discípula Anónima +1 PK]

Dos puntos. Suficiente para comprar... absolutamente nada. Pero era una prueba de concepto. Funcionaba.

Llegué al borde de la plaza. Era un enorme campo de tierra apisonada, salpicado de postes de madera para practicar y gradas de piedra. Como había previsto, había al menos dos mil discípulos reunidos. Un murmullo constante de conversaciones, gritos de práctica y el choque de espadas de madera llenaba el aire.

Era el escenario perfecto.

Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de terror y euforia. Era como la vez que me subí a un escenario en un concurso de talentos de la universidad para cantar una de Chalino Sánchez. Pánico escénico puro. Pero la necesidad apremia.

Respiré hondo, canalizando toda la "labia" y el descaro que había acumulado en veintiséis años de vida. Me subí al primer escalón de las gradas, un lugar visible para casi todos.

Mis manos sudaban. Mi garganta estaba seca. «Vamos, Alex. Piensa en los tacos. Piensa en no tener que limpiar letrinas nunca más».

—¡ATENCIÓN! —grité. Mi voz de niño de doce años fue sorprendentemente aguda y penetrante.

Un silencio momentáneo cayó sobre una pequeña sección de la plaza. Unas cien cabezas se giraron hacia mí.

[Sorpresa del Discípulo A +1 PK]

[Molestia del Discípulo B +1 PK]

[Curiosidad del Discípulo C +1 PK]

Un goteo de puntos. No era suficiente. Necesitaba un tsunami.

Un chico más grande, cerca de mí, se burló. —¿Y tú quién eres, enano? ¿Te perdiste de camino a las cocinas?

Las risas resonaron a su alrededor.

[Burla del Discípulo Matón +5 PK]

[Diversión de la Multitud Cercana +30 PK]

«Perfecto», pensé. «Gracias por el calentamiento».

Tomé otra bocanada de aire, llenando mis pequeños pulmones al máximo. Y entonces, con toda la fuerza que pude reunir, proyectando la voz como un vendedor de tamales en la madrugada, solté la bomba.

—¡ESCUCHEN, INSECTOS DEL PATIO EXTERIOR! —El insulto inicial fue clave para captar la atención de todos. El murmullo de la plaza entera se apagó. Miles de pares de ojos se clavaron en mí. La presión era inmensa, casi física.

[Sorpresa de la Multitud +2,500 PK]

[Ira del Discípulo Orgulloso +5 PK]

[Confusión General +1,800 PK]

[Molestia Intensa +2,000 PK]

La interfaz del sistema parpadeaba como un árbol de Navidad. Los números subían tan rápido que no podía leerlos. ¡Estaba funcionando!

No les di tiempo a reaccionar. No podía dejar que la ola de emociones se disipara. Continué, con una arrogancia tan desmedida, tan fuera de lugar en mi cuerpo frágil, que era casi una obra de arte.

—¡MI NOMBRE ES LI XUAN! —declaré, golpeándome el pecho—. ¡Y quiero que recuerden bien este nombre, porque el hombre que ven ante ustedes, este joven prodigio destinado a sacudir los cielos y la tierra, es, sin lugar a dudas...!

Hice una pausa dramática, dejando que la tensión se cocinara. Vi rostros llenos de incredulidad, otros de ira contenida. Vi a Zhang Wei y su pandilla entre la multitud, sus caras una máscara de asombro que rápidamente se transformaba en furia homicida.

[Ira Asesina de Zhang Wei +50 PK]

[Odio de los Lacayos de Zhang Wei +40 PK]

«¡Más, quiero más!»

—¡...SOY INVENCIBLE BAJO LOS CIELOS!

La declaración final cayó en un silencio sepulcral. Por un segundo, un glorioso segundo, nadie supo cómo reaccionar. Era tan absurdo, tan demencial, que rompió sus cerebros de cultivadores. Un niño en el primer nivel de Condensación de Qi, un limpiador de letrinas conocido por todos como un cobarde, acababa de declararse invencible frente a miles de sus compañeros.

Y entonces, el silencio se rompió.

No fue con risas. Fue con una explosión, un pandemonio de emociones crudas y abrumadoras dirigidas directamente a mí.

[¡BOMBA KÁRMICA DETECTADA!]

La interfaz del sistema se volvió loca, una cascada de notificaciones que fluían como una catarata.

[Incredulidad Absoluta de la Multitud +15,000 PK]

[Burla Cataclísmica de la Multitud +25,000 PK]

[Desdén Cósmico de los Discípulos Mayores +18,000 PK]

[Ira Pura de los Genios Autoproclamados +12,000 PK]

[Asombro ante la Audacia del Anfitrión +10,000 PK]

[Lástima por el Inminente Destino del Anfitrión +5,000 PK]

[Intento de Influencia Mental Detectado (Técnica de Supresión de Anciano Oculto) - ¡Resistido!]

[Influencia Mental Resistida +500 PK]

Mi mente se tambaleó, no por el poder mental del anciano, sino por la abrumadora cantidad de información. En menos de un minuto, había pasado de 0 a... a...

[Puntos Kármicos Totales: 88,428]

Una sonrisa salvaje se apoderó de mi rostro. «¡A huevo!»

La multitud finalmente encontró su voz, y explotó en un rugido de abucheos, insultos y risas histéricas.

—¡Ese es Li Xuan! ¡El gusano!

—¡¿Se volvió loco por el hambre?!

—¡Invencible dice! ¡Yo podría aplastarlo con un dedo!

—¡Zhang Wei, ve a enseñarle su lugar a tu saco de boxeo personal!

Vi a Zhang Wei, con el rostro rojo de furia, comenzando a abrirse paso entre la multitud hacia mí, con las manos brillando con una tenue luz, la marca de alguien que ha reunido su Qi para atacar.

No me moví. Mantuve mi postura arrogante, mi barbilla en alto, aunque mis piernas temblaban como gelatinas. La primera parte del plan había sido un éxito rotundo. Ahora venía la segunda parte: sobrevivir a las consecuencias.

Rápidamente, con un pensamiento, abrí la tienda del sistema. Ignoré los talentos caros por ahora. Necesitaba una solución inmediata.

«Sistema, muéstrame las técnicas de movimiento más baratas y efectivas que pueda aprender instantáneamente».

[Filtrando... [Técnica de Pasos del Viento Ilusorio (Nivel Básico)] - Crea imágenes residuales confusas. Requiere afinidad con el viento o un cuerpo ágil. Costo: 5,000 PK. Comprar e integrar instantáneamente.]

«¡Cómpralo!»

[Confirmando... 5,000 PK deducidos. Integrando [Técnica de Pasos del Viento Ilusorio] en el sistema muscular y nervioso del Anfitrión.]

Un torrente de información inundó mi cerebro: posturas, formas de mover los pies, cómo canalizar una minúscula brizna de Qi a mis piernas. Al mismo tiempo, mi cuerpo se sintió más ligero, más coordinado.

Zhang Wei ya estaba a solo diez metros, con una sonrisa sádica en su rostro. —Invencible, ¿eh, basura? ¡Hoy te enseñaré el significado de esa palabra!

Levantó la mano para golpearme. La multitud rugió, esperando ver sangre.

Yo solo sonreí. Ahora tenía más de ochenta mil puntos, una técnica de escape y el escenario perfecto para generar aún más. Esto no era una pelea. Era una sesión de farmeo.

«Chale, Zhang Wei», pensé, mientras mi cuerpo se preparaba para moverse de una forma que nunca antes había hecho. «No sabes con qué clase de alacrán te acabas de meter».