Mi cerebro estaba dando volteretas.
Sabía que los Laurent estaban organizando esta fiesta, pero pensaba que Ashton era solo un invitado, no el maldito anfitrión.
Ashton no me había mentido exactamente, pero tampoco me había dicho toda la verdad.
Entonces algo que su amigo había dicho antes se iluminó en mi cabeza, y volví a la carga:
—¿Si esta es tu casa, por qué demonios alquilaste el apartamento frente al mío en los Apartamentos Oakwood?
Ashton me miró directamente a los ojos. —Oakwood es un desarrollo de mi empresa. Todo el edificio es mío. Me quedo allí a veces.
—Así es como sabías que me había mudado allí. Soy tu... inquilina.
Él asintió.
Otro recuerdo me golpeó entre los ojos. —¿Y La Vaca Dorada? ¿También eres dueño de ese restaurante?
Asintió.
—¿Y el bar? —Maldita sea, ni siquiera podía recordar su nombre—. ¿Aquel donde nosotros... la noche que nosotros...?
Otro asentimiento.
Mis emociones estaban haciendo el cha-cha. Muy mal.