Ashton podría haberse reído.
Se aclaró la garganta. —Mira, creo que ella dijo más de cinco millones.
Abrí los ojos y solté un pequeño jadeo de deleite. —¡Ohhh, eso es muy generoso de su parte!
Gwendolyn casi se muerde la lengua.
Pero no podía echarse atrás ahora, no sin perder la cara.
—Oh, no es nada —dijo, con una sonrisa vacilante.
Le dio un codazo a Reginald en las costillas, que seguía en modo de procesamiento. —¿Reggie se encargará de ello hoy, verdad, Reggie?
—¿Q-qué? —Reginald parpadeó—. ¿Encargarme de qué?
—La transferencia, el... regalo —siseó, antes de volverse hacia mí con una sonrisa empalagosa—. Es Mirabelle, ¿verdad?
—Correcto —. Le estreché la mano y resistí el impulso de limpiar la mía con una toallita desinfectante.
—¿Tú y Ashton se casaron ayer?
—No —dije, en guardia.