Catherine dio un paso adelante.
Yo di un paso atrás.
Su tacón raspó contra la baldosa.
Mi hombro golpeó el borde de un estante.
Ambas hicimos una pausa.
Ella sonrió de nuevo. —Escuché sobre tu nuevo estudio. Pensé en pasar para felicitarte.
—Considéralo recibido. La puerta está por allí.
—He estado caminando durante horas. ¿No puedo descansar las piernas aquí un rato más?
—¿Qué, Rhys no puede conseguirte un chofer? ¿Una niñera? Por cierto, ¿por qué estás caminando torpemente en pleno invierno con una barriga de embarazada?
Ella dejó de caminar.
Su barbilla bajó.
Dos lágrimas se deslizaron por su rostro.
—No vine aquí para pelear —susurró—. ¿Por qué estás siendo tan hostil?
—No lo estaba siendo. No lo tuerzas. Solo creo que es extraño que estés aquí arrastrando tu trasero embarazado por toda la ciudad. No tengo agua. Tampoco tengo calefacción. Vete a casa.
Ella mantuvo una mano aferrada a su estómago como si se estuviera preparando para un impacto.