—No y no, aunque no me importaría dar a mi primogénito y al último y mi alma y todos mis mañanas por un vistazo a la Estrella Rosa.
Babeé ante la idea de tocar el diamante rosa intenso, sin defectos, de 59,60 quilates.
—¿Algún plan para esta noche? ¿Por qué siquiera pregunto? —Yvaine descartó su propia pregunta con un gesto—. Déjame adivinar. Cena a la luz de las velas junto a la bahía, cuarteto de cuerdas en vivo de fondo. Lo sé, lo sé. No seré la tercera rueda.
No dije nada.
En realidad, no, no tenía planes para esta noche.
Ashton no había dicho nada cuando salí de casa esta mañana.
Y hasta ahora, había pasado medio día sin un mensaje suyo.
Tal vez pensó que el acuerdo de transferencia de acciones había dicho «feliz cumpleaños» alto y claro.
Al anochecer, Priya y Daniel recogieron sus cosas y se fueron.
Yvaine recibió una llamada y salió corriendo con sus ridículas botas, dejando el estudio en completo silencio.