"""
Cuando llegaron, la anfitriona elegante y discreta los condujo educadamente a través del pasillo ricamente adornado hasta el extremo del restaurante, donde les esperaba un exclusivo salón VIP. El salón estaba tenuemente iluminado con luces ambientales de tonos dorados, el aire perfumado con suaves notas de cedro y algo dulce como la vainilla. Era tranquilo, privado, el tipo de lugar donde el poder susurraba en vez de gritar.
Al entrar, los ojos de Cora inmediatamente captaron la visión de un joven ya sentado. Estaba solo, con las piernas cruzadas con una elegancia casual, su postura relajada pero precisa. Levantó la mirada cuando se acercaron, pero incluso antes de que alzara completamente la cabeza, Cora lo supo.
«Debe ser él».
Era joven. Muy joven. Mucho más joven de lo que esperaba—pero vestido impecablemente, confiado en su quietud, y de apariencia impactante. Su mandíbula era limpia, su cabello perfectamente peinado, y su mirada... observadora.