El rostro de Oliver permaneció frío como una piedra. Su mandíbula se tensó mientras su mirada se endurecía. —No sé quién carajo eres, y no me importa. Te hice una pregunta simple. ¿Por qué le estabas forzando tu chaqueta cuando ella claramente dijo que no?
La expresión arrogante de Samuel flaqueó. No esperaba esa respuesta tan directa. Miró a Cora, pero ella permaneció en silencio, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable. Su mandíbula se tensó ligeramente mientras volvía a dirigir su atención a Oliver, componiendo sus facciones en algo más sereno.