CAPÍTULO 62

En ese momento, Cora dirigió toda su atención a James, su expresión tranquila pero afilada como alguien que había esperado demasiado tiempo para este momento.

—Bueno, James —dijo suavemente—, ahora puedes verlo, justo frente a ti. Ya no es una posibilidad. Ya está hecho. Y siempre fue posible, solo que nunca pensaste que yo sería quien lo haría.

Su voz resonó por toda la sala de juntas como un veredicto final.

Dio un paso lento hacia adelante y señaló nuevamente el asiento en el que él estaba sentado—el mismo asiento que siempre había ocupado con orgullo y dominio.

—Ahora, hazte a un lado. Ese asiento... ya no te pertenece.

Por un momento, nadie se movió. Luego, uno por uno, la sala de juntas comenzó a cambiar.

Los accionistas minoritarios que una vez fueron leales a James se pusieron de pie.

Los altos ejecutivos, incluidos aquellos que James había elegido personalmente a lo largo de los años, comenzaron a levantarse respetuosamente.