En el bosque junto a la playa, dos almas apasionadas se abrazaron.
La fresca brisa marina no podía apagar el calor que emanaba de sus cuerpos.
Zhou Yuping entrecerró los ojos y presionó su rostro contra los robustos pectorales de Chen Bin, la sensación masculina embriagándola.
—Mmm...!
Zhou Yuping jadeaba, mientras la bestia dentro de ella que había estado dormida durante décadas comenzaba a despertar.
Había pensado que su autocontrol era inquebrantable, segura de que nunca permitiría que Chen Bin penetrara sus defensas.
Pero ahora.
Solo estando fuertemente sostenida en el fuerte abrazo de Chen Bin, sintiendo su cuerpo masculino imponente y poderoso, se encontró completamente abrumada.
«Esta cosa es tan grande.
¿Podría Ying manejarlo?
Si fuera yo... si me jugaran un poco...»
—Mmm...
Zhou Yuping respiró profundamente y gimió:
—Chen Bin, ¿cómo puede ser tu físico tan bueno?