La idea de que una mujer madura de treinta años como Li Lingling pudiera ser chantajeada por un joven que apenas había pasado los veinte la hacía sentir avergonzada y enfadada, pero no tenía forma de lidiar con Chen An, lo que infligía una sensación de humillación y opresión en la orgullosa Li Lingling.
Pero más allá de eso, cada vez que pensaba en Chen An, un extraño sentimiento emergía desde lo más profundo de Li Lingling.
Es decir, a pesar de su resistencia durante sus dos encuentros, surgía una inexplicable sensación de excitación que nunca antes había sentido, del tipo que hacía que su cuerpo gradualmente comenzara a aceptar a Chen An.
La idea de que su cuerpo aceptara a un estudiante que la había amenazado trajo de vuelta la vergüenza al corazón de Li Lingling. Ella era una mujer tan orgullosa y recta, que valoraba enormemente su moral y reputación.