—Si hubiera sabido que sería así, bien podría no haberte presentado a ninguna posible pareja. Hmph, ahora mira dónde estamos, Hermano Chen, puede que tengas que empezar a prestar atención a la madrastra de alguien. No empezarías a ignorarme por ella, ¿verdad?
Viendo a Su Meng actuar de manera algo irrazonable, Chen An se quedó sin palabras por un momento. Originalmente, había planeado que la cita a ciegas no fuera más que un esfuerzo simbólico; su verdadero objetivo era tener un buen revolcón con Su Meng. Inesperadamente, la mujer que conoció en la cita a ciegas tenía cerca de cuarenta años, pero era increíblemente abierta, audaz y seductora, lo que tomó a Chen An por sorpresa.