Chen An jadeaba encima de Li Lingling, mientras los gemidos vergonzosos de Li Lingling eran provocados repetidamente por cada embestida, lo que despertó en Wang Ping el deseo de unirse activamente a su ferviente encuentro.
Wang Ping, recién satisfecha, no tenía intención de arrebatar a Chen An, era momento de dejar que la sensual Li Lingling discerniera sus verdaderos anhelos internos. Wang Ping rápidamente presionó su voluptuoso cuerpo contra la espalda de Chen An, otorgándole la incomparable sensación de su calidez.
Los continuos gemidos de vergüenza de Li Lingling estimularon a Chen An a embestir cada vez más rápido, y Wang Ping podía sentir claramente cómo Chen An presionaba su robusta espalda contra su pálido pecho con cada poderosa arremetida.